PUEDE DEJAR UNA QUEJA EN LA CAJA DE QUEJAS
QUEJA (ALFONSINA STORNI)
INTERPRETADO POR CELESTE CARBALLO
Señor, mi queja es ésta,
Tú me comprenderás;
De amor me estoy muriendo,
Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto
En mí y en los demás,
Persigo lo perfecto
Para poder amar.
Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!
QUEJA URBANA (ALEJANDRO LERNER)
Tal vez crea que fue en vano desdibuje del pasado
todo lo que ahora no quiero ver
Tal vez dije demasiado la palabra enamorado,
quién lo puede saber
Tal vez me aburra en mi cuarto o improvise en el teclado
siempre la misma canción.
Tal vez olvidé las cosas tan lejanas,
tan hermosas que sentí una vez.
Hoy más solo y más cansado el payaso enamorado
lloro en medio del salón;
ya no escucho los aplausos, sólo el eco del pasado
y ésta lágrima en mi voz.
Hoy camino de costado con mis sueños oxidados
preso en el ayer.
Tal vez me sienta aliviado y si digo
que he olvidado mentiré otra vez.
todo lo que ahora no quiero ver
Tal vez dije demasiado la palabra enamorado,
quién lo puede saber
Tal vez me aburra en mi cuarto o improvise en el teclado
siempre la misma canción.
Tal vez olvidé las cosas tan lejanas,
tan hermosas que sentí una vez.
Hoy más solo y más cansado el payaso enamorado
lloro en medio del salón;
ya no escucho los aplausos, sólo el eco del pasado
y ésta lágrima en mi voz.
Hoy camino de costado con mis sueños oxidados
preso en el ayer.
Tal vez me sienta aliviado y si digo
que he olvidado mentiré otra vez.
SONETO DE LA DULCE QUEJA (FEDERICO GARCÍA LORCA)
INTERPRETADO POR MIGUEL POVEDA
de tus ojos de estatua y el acento
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado
QUEJAS DEL ALMA (DOMINGO JULIO VIVAS - JUAN MAZARONI)
SÓLO LETRA
¡Madre!
Yo te dejé por ella,
sin una queja
me dejaste partir.
Todo fue desencanto,
todo fue triste y vano
y hallé en sus brazos falsos
los leños de mi cruz.
¡Madre!
Acógeme en tu pecho.
Arrepentido
busco en tu corazón,
en esta noche oscura
de un alma atormentada
un poco de ternura
que ahogue mi dolor.
Aquello fue un instante de ciega locura.
A su lado vi, en rosas, florecer mi pasión
y soñé entre sus besos un mundo de ternuras
en las tardes felices incendiadas de sol.
Hoy al hogar lo encuentro pleno de poesía,
hasta tu voz, viejita, me parece otra voz.
Pon tus manos piadosas en mi frente sombría
y cuéntame una historia de esperanza y amor.
Y ella
me dijo suspirando
toda ternura
y toda corazón.
Con su voz baja y dulce
Acércate hijo mío
y como en aquel tiempo
buen tiempo que pasó,
cuando
en las noches de frío,
en mi regazo
al calor del hogar,
te contaba la historia
del príncipe con alas
que robó a la princesa
y voló sobre el mar....
Yo te dejé por ella,
sin una queja
me dejaste partir.
Todo fue desencanto,
todo fue triste y vano
y hallé en sus brazos falsos
los leños de mi cruz.
¡Madre!
Acógeme en tu pecho.
Arrepentido
busco en tu corazón,
en esta noche oscura
de un alma atormentada
un poco de ternura
que ahogue mi dolor.
Aquello fue un instante de ciega locura.
A su lado vi, en rosas, florecer mi pasión
y soñé entre sus besos un mundo de ternuras
en las tardes felices incendiadas de sol.
Hoy al hogar lo encuentro pleno de poesía,
hasta tu voz, viejita, me parece otra voz.
Pon tus manos piadosas en mi frente sombría
y cuéntame una historia de esperanza y amor.
Y ella
me dijo suspirando
toda ternura
y toda corazón.
Con su voz baja y dulce
Acércate hijo mío
y como en aquel tiempo
buen tiempo que pasó,
cuando
en las noches de frío,
en mi regazo
al calor del hogar,
te contaba la historia
del príncipe con alas
que robó a la princesa
y voló sobre el mar....
QUEJAS DEL ALMA (GUILLERMO BARBIERI)
VERSIÓN CARLOS GARDEL
(recitado)
Junto a la mesa de un pobre café,
Estas palabras de un hombre escuché:
Dicen que paso la vida sombrío,
Aquellos amigos que me ven sufrir,
Pero no comprenden que vive el hastío,
Como un martillo clavado en mi sien.
Y los que antes de mí se reían,
Porque no supieron la triste verdad,
No saben que aquella, que yo más quería,
Me llenó el alma de inmenso pesar.
Pero hasta mí nadie llegó
Cuando alcanzaron a ver que un dolor,
Iba tendiendo en lo gris de mi suerte
Dos garras de muerte, su dardo traidor.
Cuando la infiel me abandonó,
Todos con burlas venían a mí
Y ante las mofas terribles, sangrientas,
Vengar esa afrenta mi mente pensó.
(recitado)
Hizo una pausa y su llanto enjugó,
Y de este modo su historia siguió:
En arrebatos de impulso violento,
Miré a la traidora cuando la encontré,
Y sin que me hirieran sus fuertes lamentos,
En su garganta mis manos crispé.
Sin amistad ninguna en el mundo,
Pasé muchos años de agudo dolor,
Y como un vencido lloré sin segundo
La mala estrella de mi puro amor.
Junto a la mesa de un pobre café,
Estas palabras de un hombre escuché:
Dicen que paso la vida sombrío,
Aquellos amigos que me ven sufrir,
Pero no comprenden que vive el hastío,
Como un martillo clavado en mi sien.
Y los que antes de mí se reían,
Porque no supieron la triste verdad,
No saben que aquella, que yo más quería,
Me llenó el alma de inmenso pesar.
Pero hasta mí nadie llegó
Cuando alcanzaron a ver que un dolor,
Iba tendiendo en lo gris de mi suerte
Dos garras de muerte, su dardo traidor.
Cuando la infiel me abandonó,
Todos con burlas venían a mí
Y ante las mofas terribles, sangrientas,
Vengar esa afrenta mi mente pensó.
(recitado)
Hizo una pausa y su llanto enjugó,
Y de este modo su historia siguió:
En arrebatos de impulso violento,
Miré a la traidora cuando la encontré,
Y sin que me hirieran sus fuertes lamentos,
En su garganta mis manos crispé.
Sin amistad ninguna en el mundo,
Pasé muchos años de agudo dolor,
Y como un vencido lloré sin segundo
La mala estrella de mi puro amor.
NADIE SE QUEJA DE NADA (LILIANA FELIPE)
SÓLO LETRA
A mi los murmullos me aturden
los ruidos me matan
yo no estaba muerta
soñaba entre sueños que me abandonabas.
Cuando te vas se me enfrían los pieces como dos pescados,
si no me abrazas me quedo sin ojos, me quedo sin sueños ...
Suena suena, suena suena el silencio
con mucho silencio.
Ni estas lomas pelonas
ni en otras no tan pelonas
nadie se queja de nada.
los ruidos me matan
yo no estaba muerta
soñaba entre sueños que me abandonabas.
Cuando te vas se me enfrían los pieces como dos pescados,
si no me abrazas me quedo sin ojos, me quedo sin sueños ...
Suena suena, suena suena el silencio
con mucho silencio.
Ni estas lomas pelonas
ni en otras no tan pelonas
nadie se queja de nada.
QUEJA INDIANA
VERSIÓN CARLOS GARDEL
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
Por la noche se oía,
en la lejanía,
ayes de dolor...
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
Y el eco repetía
la queja sombría
de un fatal amor.
En la paz nocturnal, silente,
en que el campo parece tumba,
el lamento tenue retumba
sin cesar, muy tristón, hiriente;
luego un buho, de cuando en cuando,
lanza su tétrico graznido
que al oírse deja oprimido
de pesares el corazón.
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
Aquella almita en pena
los aires ahí llena,
con su evocación.
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
En la noche serena,
parece una quena
su lamentación.
En la arista del monte, un día,
sobre unas matas estirado,
al pobre indio lo han hallado
que lloraba en su agonía;
por sus males le preguntaron,
y al hablar, tristemente dijo:
Ella se fue llevando a mi hijo...
Por mi cacique moriré!
Ay, ay, ay!...
Por la noche se oía,
en la lejanía,
ayes de dolor...
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
Y el eco repetía
la queja sombría
de un fatal amor.
En la paz nocturnal, silente,
en que el campo parece tumba,
el lamento tenue retumba
sin cesar, muy tristón, hiriente;
luego un buho, de cuando en cuando,
lanza su tétrico graznido
que al oírse deja oprimido
de pesares el corazón.
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
Aquella almita en pena
los aires ahí llena,
con su evocación.
Ay, ay, ay!...
Ay, ay, ay!...
En la noche serena,
parece una quena
su lamentación.
En la arista del monte, un día,
sobre unas matas estirado,
al pobre indio lo han hallado
que lloraba en su agonía;
por sus males le preguntaron,
y al hablar, tristemente dijo:
Ella se fue llevando a mi hijo...
Por mi cacique moriré!
QUEJAS (DOLORES VENTIMILLA)
INTERPRETADO POR AXEL ZAMBRANO
¡Y amarle pude!... Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma...
perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa,
como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba,
siempre halagueña, siempre enamorada:
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador.
Y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
Él, la fascinación de mis sentidos;
él, el ideal de mis sueños más queridos,
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionada;
era el centro de mi alma el amor suyo,
era mi inspiración, era mi orgullo...
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere;
sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo...
mas no me engañará con su ficción.
¡Y amarle pude delirante, loca!
¡No! Mi altivez no sufre su maltrato,
y si a olvidar no alcanzas al ingrato
te arrancaré del pecho corazón.
se abría apenas soñadora el alma...
perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa,
como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba,
siempre halagueña, siempre enamorada:
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador.
Y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
Él, la fascinación de mis sentidos;
él, el ideal de mis sueños más queridos,
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida aprisionada;
era el centro de mi alma el amor suyo,
era mi inspiración, era mi orgullo...
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere;
sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo...
mas no me engañará con su ficción.
¡Y amarle pude delirante, loca!
¡No! Mi altivez no sufre su maltrato,
y si a olvidar no alcanzas al ingrato
te arrancaré del pecho corazón.
QUEJA DEL INDIO (ZAMPOÑA ILLAPU)
Dime se te hizo el viento
metido en profundidades
si eres quejido del tiempo
ramo de cañaverales.
pareces mano de indio
amarrada a despertares
como fila de suspiros
entubas las soledades.
Zampoña queja del indio
frágil tropa de cantares
eres amante del viento
hija de cañaverales...
quien emite tu sonido
conocerá mis paisajes
el norte amarro en tu cuerpo
bravura de soledades.
metido en profundidades
si eres quejido del tiempo
ramo de cañaverales.
pareces mano de indio
amarrada a despertares
como fila de suspiros
entubas las soledades.
Zampoña queja del indio
frágil tropa de cantares
eres amante del viento
hija de cañaverales...
quien emite tu sonido
conocerá mis paisajes
el norte amarro en tu cuerpo
bravura de soledades.
CANTO DEL COMBATE. LA QUEJA DEL NIÑO NEGRO - (JORGE ZALAMEA)
—Las tortillas de maíz no me saben a nada, madre.
Los níqueles no me sirven de nada, madre.
El traje nuevo no me alegra nada, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de miel y leche, hijo!
—¿De miel negra, madre?
—¡No! De miel...
—¿De leche negra, madre?
—¡No! De leche...
—Aprendí a leer y de nada me sirve, madre.
Aprendí a escribir y de nada me sirve, madre.
Aprendí a contar y de nada me sirve, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de carne y hueso, hijo!
—¿De carne negra, madre?
—¡Ay!
—¿De huesos negros, madre?
—¡No! De huesos...
—Lo que tengo no me sirve de nada, madre.
Lo que doy no me sirve de nada, madre.
Lo que sueño no me sirve de nada, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de sangre, hijo!
—¿De sangre negra, madre?
—¡No! De sangre roja... Mira, como ésta... ¡Mírala! ¡Quieras o no, tienes que mirarla!
Los níqueles no me sirven de nada, madre.
El traje nuevo no me alegra nada, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de miel y leche, hijo!
—¿De miel negra, madre?
—¡No! De miel...
—¿De leche negra, madre?
—¡No! De leche...
—Aprendí a leer y de nada me sirve, madre.
Aprendí a escribir y de nada me sirve, madre.
Aprendí a contar y de nada me sirve, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de carne y hueso, hijo!
—¿De carne negra, madre?
—¡Ay!
—¿De huesos negros, madre?
—¡No! De huesos...
—Lo que tengo no me sirve de nada, madre.
Lo que doy no me sirve de nada, madre.
Lo que sueño no me sirve de nada, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de sangre, hijo!
—¿De sangre negra, madre?
—¡No! De sangre roja... Mira, como ésta... ¡Mírala! ¡Quieras o no, tienes que mirarla!
QUEJAS DE BANDONEÓN (JUAN DE DIOS FILIBERTO)
INSTRUMENTAL
ORQUESTA DE ANÍBAL TROILO
ORQUESTA DE ASTOR PIAZZOLLA
LA HUMILDE QUEJA DE LOS POBRES (ESTEBAN GUMUCIO)
Hermano,
estabas tan lejos que no alcanzaste a oír el trueno;
no alcanzaste a ver el rayo.
Dormías cuando la tempestad vino sobre nosotros
y destruyó nuestra vivienda.
Después dijiste desde el interior de tu confortable
morada:
«No ha habido trueno, ni rayo, ni tempestad...»
Hermano, estabas tan repleto de éxito,
tan ocupado en tu propia seguridad,
que no cabía en tu corazón el recuerdo de los ausentes.
Tu fiesta terminaba en el muro posterior de tu mansión.
Más allá estábamos los pobres y Dios.
Tú celebrabas la privatización de las empresas;
nosotros teníamos una asamblea para organizar
un fondo común para cesantes.
Pienso, hermano, que estás equivocado, no por maldad,
sino por lejanía.
La verdadera fiesta está donde Dios se llama caridad-
solidaridad
y se comparte el gozo de ser de su parentela.
También tú eres de la familia. Abre tus ojos,
tus puertas y tus ventanas;
y ven a la fiesta del Padre.
Te pido que abras tus puertas y ventanas para
cerciorarte del sol,
porque hasta ahora tú has preferido leer El Mercurio
para saber el pronóstico de los tiempos.
Abre tus ventanas y asómate.
Escucha el clamor de tu pueblo: es un trueno;
abre tus ojos, mira, que es un rayo.
Si te quedas contigo mismo, encerrado entre los tuyos,
instalado en tus pantuflas, a puertas cerradas,
a ventanas tapiadas,
dejarás a Dios a la intemperie, al otro lado de tu vida.
«Donde está tu tesoro, está tu corazón» 1
Si tu tesoro se llama propiedad, capital, seguridad,
poder para tener más;
tu corazón anda en mala compañía.
Se vuelve limitado como el terreno cercado de una
propiedad.
Se vuelve materia, como la espesa consistencia
de tu capital adorado.
CUPIDO SE QUEJA A VENUS - LUCAS CRANACH, EL VIEJO
LA QUEJA DEL RELOJ O LA VIRTUD VACILANTE - JEAN-BAPTISTE GREUZE
El Rapto de las Sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.
Según el mito, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tacio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito. (FUENTE: WIKIPEDIA)
EL RAPTO DE LAS SABINAS - GIAMBOLOGNA
EL RAPTO DE LAS SABINAS - JACQUES-LOUIS DAVID
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