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13.12.13

ABUELOS



EL ABUELO (ALBERTO CORTEZ)




El abuelo un día 
cuando era muy joven 
allá en su Galicia, 
miró el horizonte 
y pensó que otra senda 
tal vez existía. 
Y al viento del norte 
que era un viejo amigo, 
le habló de su prisa, 
le mostró sus manos 
que mansas y fuertes, 
estaban vacías, 
y el viento le dijo: 
""Construye tu vida 
detrás de los mares, 
allende Galicia"". 

Y el abuelo un día 
en un viejo barco 
se marchó de España. 
El abuelo un día, 
como tantos otros, 
con tanta esperanza. 
La imagen querida 
de su vieja aldea 
y de sus montañas 
se llevó grabada 
muy dentro del alma, 
cuando el viejo barco 
lo alejó de España. 

El abuelo un día 
subió a la carreta 
de subir la vida. 
Empuñó el arado, 
abonó la tierra 
y el tiempo corría. 
Y luchó sereno 
por plantar el árbol 
que tanto quería. 
Y el abuelo un día 
lloró bajo el árbol 
que al fin florecía, 
lloró de alegría 
cuando vio sus manos, 
que un poco más viejas 
no estaban vacías. 

Y el abuelo entonces, 
cuando yo era niño, 
me hablaba de España, 
del viento del norte, 
de la vieja aldea 
y de sus montañas. 
Le gustaba tanto 
recordar las cosas 
que llevo grabadas 
muy dentro del alma, 
que a veces callado, 
sin decir palabra, 
me hablaba de España. 

El abuelo un día, 
cuando era muy viejo, 
allende Galicia. 
Me tomó la mano 
y yo me di cuenta 
que ya se moría. 
Y entonces me dijo, 
con muy pocas fuerzas 
y con menos prisa, 
"prométeme, hijo, 
que a la vieja aldea 
irás algún día, 
y al viento del norte 
dirás que su amigo, 
a una nueva tierra 
le entregó la vida". 

Y el abuelo un día 
se quedó dormido 
sin volver a España. 
El abuelo un día, 
como tantos otros, 
con tanta esperanza. 
Y al tiempo al abuelo 
lo vi en las aldeas, 
lo vi en las montañas, 
en cada mañana 
y en cada leyenda, 
por todas las sendas 
que anduve de España.

EPITAFIO PARA MI ABUELA (COUNTEE CULLEN)

Esta hermosa flor se transformó en semilla.
Trabajó suavemente -sol y lluvia-,
Sostuvo como último credo
Que volvería a creer.
HOY COMÍ CON EL ABUELO (JUAN SALVADOR)


HOY COMÍ CON EL ABUELO

Hoy comí con el abuelo 
y después de la comida 
le pregunté tantas cosas, 
tantas cosas de la vida. 

Se sentó en su mecedora 
y fumando en su pipa 
me miró muy dulcemente y me dijo: 
la vida es una gran tipa. 

Tú le pides a la vida 
pero dime qué le ofreces 
y esto no lo olvides nunca mi nieto 
pídele lo que mereces. 

la vida es como una esfera 
que va por siempre rodando 
nos da penas y alegrías mi nieto 
pero no nos dice cuando. 

Ahora voy a decirte 
unas verdades humanas 
es el tiempo quien me enseña, mi nieto 
y escribe sobre mis canas. 

(Intro) 

No hables de lo que no sepas 
y al hablar se muy sincero 
y no te pases la vida en milongas 
ni malgastes tu dinero. 

Sin llegar a la vagancia 
busca nuevas aventuras 
y recuerda que la hembra y la fruta 
ni muy verdes ni maduras. 

Ahora voy a decirte... 
unas verdades humanas 
es el tiempo quien me enseña, mi nieto 
y escribe sobre mis canas. 

(Intro) 

No hables de lo que no sepas 
y al hablar se muy sincero 
y no te pases la vida en milongas 
ni malgastes tu dinero. 

Sin llegar a la vagancia 
busca nuevas aventuras 
y recuerda que la hembra y la fruta 
ni muy verdes ni maduras. 

El viejo se fue durmiendo 
y su voz se hizo lejana 
salí casi de puntitas sabiendo 
que continuará mañana.. 

LA ABUELA (OLGA OROZCO)

Ella mira pasar desde su lejanía las vanas estaciones,
el ademán ligero con que idénticos días se despiden
dejando solo el eco, el rumor de otros días apagados
bajo la gran marea de su corazón.

De todos los que amaron ciertas edades suyas, ciertos gestos,
las mismas poblaciones con olor a leyenda,
no quedan más que nombres a los que a veces vuelven como a un sueño
cuando ella interroga con sus manos el apacible polvo de las cosas
que antaño recobrara de un larguísimo olvido.
Sí. Ese siempre tan lejos como nunca,
esa memoria apenas alcanzada, en un último esfuerzo,
por la costumbre de la piel o por la enorme sabiduría de la sangre.

Ella recorre aún la sombra de su vida,
el afán de otro tiempo, la imposible desdicha soportada;
y regresa otra vez,
otra vez todavía, desde el fondo de las profundas ruinas,
a su tierna paciencia, al cuerpo insostenible, a su vejez,
igual que a un aposento donde solo resuenan las pisadas
de los antiguos huéspedes
que aguardan, en la noche, el último llamado de la tierra entreabierta.

Ella nos mira ya desde la verdadera realidad de su rostro.
A LA ABUELA EMILIA (TERESA PARODI)


A LA ABUELA EMILIA

Desde buenos aires le escribo estas líneas
Quisiera que sepa que pienso en usted
Con esa paciencia infinita cuidando
Las flores, los pájaros que suele tener

Aquí la esperanza no me ha abandonado
Pero ando extrañando charlar con usted
Recuerdo que el día que nos despedimos
La oí repetirme que todo irá bien

Señora, me digo, cómo es que se vive
Con esta nostalgia tan grande, no sé
A veces parece que no me resigno
Pero otras me ayuda acordarme de usted

Si ahora pudiera iría volando
A verla y quedarme a su lado otra vez
Y oir que me cuenta de nuevo los cuentos
Junto a la ventana como en la niñez

Mi madre me ha dicho que mucho ha cambiado
Que todas las cosas se olvida y también
Que apenas camina, por eso le escribo
A ver si se alegra y mejora otra vez

Recuérdeme abuela, no olvide que espero
Que riegue sus plantas y vuelva a coser
Aquí mi nostalgia se cura tan sólo
Si yo la imagino tal cual la dejé

No importa si atiende mis muchas razones
Lo único cierto es que quiero saber
Si riega las plantas, si cuida las flores
Si espera mis pasos al atardecer

Y bueno la dejo, recuérdeme un poco
Aquí en buenos aires empieza a llover
Los niños llegaron recién de la escuela
La extraño, ya sabe, escríbame usted

EL SUEÑO (RAFAEL ALBERTO ARRIETA)

Tres cabezas de oro y una
donde ha nevado a luna.

-Otro cuento más, abuela,
que mañana no hay escuela.

-Pues señor, este era el caso...

(Las tres cabezas hermanas
cayeron, como manzanas
maduras en el regazo.)
EL ABUELO VÍTOR (VÍCTOR MANUEL)

Sentado en el quicio de la puerta 
el pitillo apagado entre los labios 
con la boina calada y en la mano 
una vara nerviosa de avellano 
que recuerda su frente, limpia y clara 
Quizás la primavera deshojada 
el olor de la pólvora mojada 
o el sabor del carbón mientras picaba 
El abuelo fue picador allá en la mina 
y arrancando negro carbón quemó su vida 

Se ha sentado el abuelo en la escalera 
a esperar el tibio sol de madrugada 
la mirada clavada en la montaña 
es su amiga más fiel nunca le engaña 
Temblorosa la mano va al bolsillo 
rebuscando el tabaco y su librito 
y al final como siempre murmurando 
que María le esconde su tabaco 

El abuelo fue picador allá en la mina 
y arrancando negro carbón quemó su vida

LA MUERTE DEL ABUELITO (AMADO NERVO)

El abuelito que nos amaba
tan tiernamente, muriendo está;
El abuelito que nos contaba
tan lindos cuentos, ya se nos va...

Nos mira con ternura,
nos da su bendición
y vuélvese a la altura
en plácida oración.
ADIOS NONINO (ASTOR PIAZZOLLA)
VERSIÓN INSTRUMENTAL
CON LETRA DE ELADIA BLÁZQUEZ
Desde una estrella al titilar...
Me hará señales de acudir,
por una luz de eternidad
cuando me llame, voy a ir.
A preguntarle, por ese niño
que con su muerte, lo perdí,
que con "Nonino" se me fue...
Cuando me diga, ven aquí...
Renaceré... Porque...

¡Soy...! la raíz, del país
que amasó con su arcilla.
¡Soy...! Sangre y piel, del "tano" aquel,
que me dio su semilla.
Adiós "Nonino".. que largo sin vos,
será el camino.
¡Dolor, tristeza, la mesa y el pan...!
Y mi adiós.. ¡Ay! Mi adiós,
a tu amor, tu tabaco, tu vino.
¿Quién..? Sin piedad, me robó la mitad,
al llevarte "Nonino"...
Tal vez un día, yo también mirando atrás...
Como vos, diga adiós ¡No va más..!

Recitado:
Y hoy mi viejo "Nonino" es una planta.
Es la luz, es el viento y es el río...
Este torrente mío lo suplanta,
prolongando en mi ser, su desafío.
Me sucedo en su sangre, lo adivino.
Y presiento en mi voz, su propio eco.
Esta voz que una vez, me sonó a hueco
cuando le dije adiós Adiós "Nonino".

¡Soy...! La raíz, del país
que amasó con su arcilla...
¡Soy...! Sangre y piel,
del "tano" aquel,
que me dio su semilla.
Adiós "Nonino"... Dejaste tu sol,
en mi destino.
Tu ardor sin miedo, tu credo de amor.
Y ese afán... ¡Ay...! Tu afán
por sembrar de esperanza el camino.
Soy tu panal y esta gota de sal,
que hoy te llora "Nonino".
Tal vez el día que se corte mi piolín,
te veré y sabré... Que no hay fin.

PUÑAL DE MI ABUELO (ALVARO YUNQUE)

Puñal que fuiste de mi abuelo, antaño
brillaste en aventuras de amores o de guerra;
hoy, desde que eres mío, yaces sucio de herrumbre
y en un cajón con libros, papel y lapiceras...

¡Vaya qué compañía para tí, acostumbrado
al febril puño que te hace presa
y, ciego, busca un corazón en donde
tu hoja, como el instinto dura y fría, florezca!

Yo no salí a mi abuelo semi gaucho.
Yo no tengo aventuras de amor, y en mis peleas
no corre sangre humana,
tan sólo corre tinta, puñal; pero tú en ellas
de nada servirías, que siempre los puñales
en vano han pretendido pelear con las ideas.

¡Vaya, y qué pensaría de mi el abuelo criollo
puñal, si ahora te viera!

Pues yo soy un gringo. Yo trabajo a lo gringo,
arando el alma humana como si arase tierra.
Y yo, puñal, contigo saco punta a los lápices
con los que escribo páginas que predican y ensueñan,
la paz entre los hombros -¡entre todos los hombres!
Puñal: tú fuiste arma, yo te he hecho una herramienta.
CANTO DE LA ABUELA
Iba yo de tu mano pequeñito
Las cosas gigantescas que miraba
Eran como por siempre inalcanzables
Pues el tiempo a mi edad nada importaba.
Al evocar tu voz y tu ternura
En hermoso paseo hacia el masluz'
Me volcabas la fe de tu alma pura
Para que un día creyera como tú.
Y llegabas saludando a tus hermanos
Al señor Evangelino, a doña flor
Y en aquella enorme silla me sentabas
Y entonábamos un cántico de amor.
Y aquel verso y aquella melodía
Que tal vez repitiera sin pensar
Se me fueron quedando en la agonía
De los años que me iban a cambiar:
Padre nuestro que estás en los cielos
Circundado de gloria inmortal
Esperanza del alma que eleva
Al amor y a la ciencia un altar.
Deja, deja que en nuestro hogares
Nunca, falte ¡oh dios! tu bondad,
Una chispa de luz para el alma
Para el cuerpo un pedazo de pan.
Hoy me recuerdo abuela, pequeñito,
Descubriendo tu voz y tu ternura
Y aunque sólo en el hombre crea, admito,
Que tu canto creció con mi estatura.
Ay abuela,
Ay bayamo
Cuanto más pasan los años
Más recordamos.
El ocaso es una forma
De acercarse a la niñez
Y si son recuerdos dulces
Se disfrutan otra vez.
Tú ves.
Los mejores pensamientos
Viniendo de donde vengan
Siempre ennoblecen el alma
Sin nada que los detenga.
Dame un baño de dulzura
Invítame a caminar
Junto a tu huella inmortal
Y límpiame de amargura.
Hoy me recuerdo abuela, pequeñito,
Descubriendo tu voz y tu ternura
Y aunque sólo en el hombre crea, admito,
Que tu canto creció con mi estatura.

LOS PÁJAROS (POMPEYO DEL VALLE) 


Mi abuela jamás leyó a Tagore, patriarca venerable. Pero, como el Poeta de la India, amó también - a pesar de su dureza- esos minúsculos seres cuyo canto es el eco de la luz del alba en la tierra. Sí. Mi abuela tuvo un amor hondo, casto, níveo: ¡Los pájaros!
En casaa colgaban de las recias vigas unas jaulas habitadas por jubilosos sinsontes, por inquietos zorzales, por  chorchas de áureo plumaje. Mi abuela alimentaba a sus alegres huéspedes con plátano maduro y pan mojado;los bañaba; lavaba sus jaulas de bambú o de alambre; les hablaba con mimo; les miraba con embeleso; escuchaba con atención sus voces. Cuando amanecía con el humor hialino mi abuela silbaba de un modo muy especial para que ellos, sus amados, sus amadores, conocieran el estreno de una nueva melodía humana. Después sonreía dichosa, lueñe, conmovida. En esos instantes mi abuela no era menos blanda que uno de sus pájaros, podéis creerlo.
DÉCIMAS PARA MI ABUELO (SILVIO RODRÍGUEZ)


RECITADO 

Yo soy de donde hay un río 
de la punta de una loma 
de familia con aroma 
a tierra, tabaco, y frío. 
Soy de un paraje con brío 
donde mi infancia surtí 
y cuando después partí 
a la ciudad y la trampa 
me fui sabiendo que en Tampa 
mi abuelo habló con Martí. 

Supo la gran aventura 
supo la estación más triste 
supo el dolor que se viste 
de redención la cintura 
supo la traición más dura 
luego el silencio, el rumor 
luego el murmullo, el clamor 
y al fin supo del aullido 
y del último estallido 
mi abuelo supo el amor. 

Así lo sé, porque quiero 
echarme en su misma fosa 
sin oración y sin losa 
hueso con hueso viajero 
lo sé como sé su silla, 
su cuchillo, mascada 
y su corona nevada 
cuál sé también su rodilla. 

CANTADO 

Yo soy de donde hay un río 
de la punta de una loma 
de familia con aroma 
a tierra, tabaco y frío 
soy de un paraje con brío 
donde mi infancia surtí 
y cuando después partí 
a la ciudad y la trampa 
me fui sabiendo que en Tampa 
mi abuelo habló, 
mi abuelo habló, 
mi abuelo habló... 
...con Martí.
PRESENCIA (BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO)

Cómo duermes, pequeña, en tu cunita,
cerca del fuego que te abriga y dora.
Te contemplo un minuto, media hora,
y tú sigues dormida, dormidita.

Un carro pasa, un leño azul crepita,
sube una voz del aire triunfadora,
y tú como si tal, miníma aurora,
la pestaña ¡ay de mí! casi infinita.

Eres la primordial indiferencia
ante la expectativa, ante el anhelo
hechos de resignación, vueltos paciencia.
 Soy tu primer poeta y soy tu abuelo...
Tal vez clames un día mi presencia:
búscame por la tierra y por el cielo.

LOS DOS ABUELOS (ATAHUALPA YUPANQUI)
Me galopan en la sangre 
dos abuelos, si señor. 
Uno lleno de silencios 
y el otro, medio cantor. 

Hace tiempo, mucho tiempo 
que el indio ya se alejó, 
con su lanza y su alarido, 
su tobiano y su tambor. 

El gaucho salió a buscarlo 
por esos campos de Dios. 
Se lo habrá traga'o la tierra, 
porque tampoco volvió. 

Volvió pero hecho leyenda 
hecho canto y tradición. 
Para que el hombre argentino 
no pierda su condición. 

Me galopan en la sangre 
dos abuelos, si señor. 
Uno lleno de silencios, 
y el otro medio cantor. 




ABUELO (MARÍA CARRASCO)

Va por ti mi canción
tu que siempre me adorabas y me mimabas
y me llevabas de tu mano a pasear.
Cuantas veces recé pa' que el tiempo no pasara
y me quedara la alegría de no tenerte que perder.
Que sentiría si alguna mañana yo me despertara, no viera tu cara,
no lo quiero pensar, quiero reír contigo cada día.

Abuelo mírame, mira como he creció,
sigo siendo tu niña sigo tu camino, 
todo lo que tengo te lo debo a ti.
Abuelo mírame y escucha mi canción 
vengo a darte mis besos y mi corazón.

Nunca yo olvidaré que eres la luz que a mí me guía
y cada día me doy cuenta que me quieres de verdad.
Poco a poco te vas pero ya se que es ley de vida,
solo quiero estar contigo tu no me vayas a dejar.

Que sentiría si alguna mañana yo me despertara, no viera tu cara,
no lo quiero pensar, quiero reír contigo cada día.

Abuelo mírame, mira como he creció,
sigo siendo tu niña sigo tu camino, 
todo lo que tengo te lo debo a ti.
Abuelo mírame y escucha mi canción 
vengo a darte mis besos y mi corazón.



PORQUE LOS ABUELOS COMPRENDEMOS MEJOR A LOS NIETOS QUE LOS PADRES A LOS HIJOS...LOS CREPÚSCULOS DEL DÍA Y DE LA NOCHE TIENEN MUCHAS VECES LA MISMA LUZ Y LOS MISMOS COLORES (JACINTO BENAVENTE

LA ABUELITA DE KUNDERA - JOAN MANUEL SERRAT
La abuelita de Kundera y también la mía 
conocían cada yerba y sus aplicaciones 
sabían lo que tenían dentro los colchones, 
sabían leer el cielo y cocer el pan. 

La abuelita de Kundera en su pueblo checo 
y la mía en su Belchite y las dos sabían 
que el cura era el confidente de la policía. 
Nada tenía secretos a su alrededor. 

El vecino de Kundera se parece al mío. 
Si algo tiene destacable nadie lo diría. 
Es un tipo muy correcto que se pasa al día 
ocho horas tecleando un ordenador. 

Mi vecino vuelve a casa y enciende la tele 
y brinda con la familia con sidra "El Gaitero" 
cuando el locutor afirma que en el mundo entero 
no hay un lugar más seguro que nuestra ciudad. 

Mi vecino nunca supo que esa misma noche 
violaron en su calle a una adolescente, 
que asaltaron a dos viejas y que un indigente 
apareció degollado en el callejón. 

Mi vecino, aquella noche, se metió en la cama 
convencido de tener el mundo controlado 
seguro de ser un hombre muy bien informado 
respecto a lo que ocurría a su alrededor. 

La abuelita de Kundera y también la mía 
conocían cada yerba y sus aplicaciones, 
sabían lo que tenían dentro los colchones, 
sabían leer el cielo y cocer el pan.




CINE
DISCURSO DE FERNANDO FERNÁN GÓMEZ EN LA PELÍCULA "EL ABUELO"














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