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15.3.14

CIUDAD





Esta es la ciudad y yo soy uno de sus ciudadanos.
Lo que interesa al resto, me interesa: política, guerra, mercados, periódicos, escuelas.
El alcalde y los consejos, bancos, aranceles, vapores, fábricas, reservas, depósitos, bienes inmuebles y muebles

(WALT WHITMAN)

CIUDADANO (JOAN MANUEL SERRAT)
Anónimos y desterrados 
en el ruidoso tumulto callejero 
con los vientos en contra va el ciudadano, 
los bolsillos temblando y el alma en cueros. 
Rotos y desarraigados, 
hablando a gritos, 
golpeando los adjetivos precipitadamente, 
asfixiados en los humos y en las gestiones, 
se cruzan y entrecruzan, sordos e indiferentes 
a salvo en sus caparazones. 

A quién le importarán 
tus deudas y tus deudores 
o los achaques de tus mayores. 

Así reviente el señor 
de miedo y de soledad. 
Con Dios, ciudadano, 
ya te apañarás. 

Y se amontonan y se hacinan 
encima, enfrente, abajo, detrás y al lado. 
En amargas colmenas los clasifican, 
donde tan ignorantes como ignorados 
crecen y se multiplican, 
para que siga especulando 
con su trabajo, su agua, su aire y su calle 
la gente encantadora... Los comediantes 
qué poco saben de nada, nada de nadie, 
y son 
ciudadanos importantes. 

Hijos predilectos, 
científicos admirados, 
tiernos poetas galardonados, 
intermediarios, 
ciempiés, 
políticos de salón, 
y nueve de cada diez estrellas, lo son.

LAS CIUDADES (VICENTE HUIDOBRO)
    En las ciudades
    Hablan
    Hablan
    Pero nadie dice nada.
    La tierra desnuda aún rueda
    Y hasta las piedras gritan.
    Soldados vestidos de nubes azules
    El cielo envejece entre las manos
    Y la canción en la trinchera.
    Los trenes se alejan por sobre cuerdas paralelas.
    Lloran en todas las estaciones.
    El primer muerto ha sido un poeta
    Se vio escapar un pájaro de su herida.
    El aeroplano blanco de nieve
    Gruñe entre las palomas del atardecer.
    Un día se había perdido en el humo de los cigarros.
    Nublados de las usinas
    Nublados del cielo.
    Es un espejismo.
    Las heridas de los aviadores sangran en todas las estrellas.
    Un grito de angustia
    Se ahogó en medio de la bruma
    Y un niño arrodillado.
    Alza las manos
    Todas las madres del mundo lloran.
MI CIUDAD (NACHA GUEVARA)
Una vez, hace tiempo,
una vidente me dijo:
“A ver, dame la mano”
La vidente me dijo: “Oh, tienes abuelo italiano.
Ah, harás muchos viajes, vivirás muchos años.

Serás muy dichosa.
Viajes, veo muchos viajes, todos bien sucedidos.
Viajar, viajar, viajar, ese es tu destino”
A la vieja gitana, miré de reojo, y le dije:
“Vamos, vidente, mírame de nuevo la mano
y decime algo más porque, ¿sabés que pasa?,
a mí, viajar, me tiene harta “

Yo extraño mi ciudad.
Las luces de mi ciudad.
Su brillo, su resplandor.
No puedo olvidar
las luces de mi ciudad.
Yo extraño ese resplandor.
Que hace que mi ciudad
brille más que el sol.
Es tan lindo San Francisco
pero extraño el Obelisco.
Mi ciudad.
Me voy para mi ciudad.
Las luces de mi ciudad
Me están llamando, me llaman.
Yo sé que Florencia es bella
cuando salen las estrellas,
pero quiero ver el cielo
de las noches de Pompeya.
Mi ciudad.
Las calles de mi ciudad.
Su brillo, su resplandor
y esa humedad.
Yo extraño mi ciudad.
Los locos de mi ciudad
que por Callao ven la luna rodar.
En París hay lindos puentes
pero no es calle Corrientes.
Mi ciudad.
Me voy para mi ciudad.
Las luces de mi ciudad
me están llamando, me llaman.
Qué bien huelen los jazmines
bajo el sol de Andalucía,
pero yo extraño el aroma
que hay en nuestras pizzerías.
Mi ciudad.
El río de mi ciudad.
Su brillo, su resplandor,
su suciedad.
Yo extraño mi ciudad.
La gente de mi ciudad.
Que nunca se va a dormir
para soñar.
Los domingos en el Rastro
no son como en el Abasto.
Mi ciudad.
Me voy para mi ciudad.
Las luces de mi ciudad
me están llamando, me llaman.
Sus letreros luminosos
y esos hombres tan hermosos.
Basta de Quinta Avenida,
llévenme a andar por Florida.
Antes de que sea tarde
quiero estar en Buenos Aires.
Espérenme, voy para allá.
Yo quiero estar en mi ciudad.

CIUDAD (PABLO NERUDA)
      Ciudad desde los cerros entre la noche de hojas
      Mancha amarilla su rostro abre la sombra
      Mientras tendido sobre el pasto deletreo
      Ahí pasan ardiendo sólo yo vivo

      Tendido sobre el pasto mi corazón está triste
      La luna azul araña trepa inunda

      Emisario ibas alegre en la tarde que caía
      El crepúsculo rodaba apagando flores

      Tendido sobre el pasto hecho de tréboles negros
      Y tambalea sólo su pasión delirante

      Recoge una mariposa húmeda como un collar
      Anúdame tu cinturón de estrellas esforzadas.

SI BUENOS AIRES NO FUERA ASÍ (ELADIA BLÁZQUEZ)
VERSIÓN SUSANA RINALDI

Buenos Aires tiene un río


que lo acuna, 

que lo besa, 

si no fuera así, así, 

¡ay que gran tristeza! 

Tiene noche y en su magia, 

una gris melancolía, 

si no fuera así, así, 

yo no lo querría. 

Tiene canto, tiene vino, 

al amanecer, 

y un amigo en el camino, 

siempre ha de tener, 

siempre ha de tener. 

Tiene el tango tan sentido, 

de Pichuco, de Piazzolla, 
si no fuera así, así, 
que cuidad tan sola. 
Buenos Aires tiene el vuelo 
de palomas, que alegría, 
si no fuera así, así, 
yo me moriría. 
Tiene el juego de los niños 
en las plazas asoleadas, 
si no fuera así, así, 
no tendría nada. 
Tiene canto, tiene vino, 
al amanecer, 
y un amigo en el camino, 
siempre ha de tener, 
siempre ha de tener. 
Tiene el tango tan sentido, 
de Pichuco, 
de Piazzolla, 
si no fuera así, así, 
que cuidad tan sola 


AMOR DE CIUDAD GRANDE (JOSÉ MARTÍ)
CANTADO POR PABLO MILANÉS
VERSIÓN DE NACHA GUEVARA

De gorja son y rapidez los tiempos.

Corre cual luz la voz; en lata aguja,

Cual nave despeñada en sirte horrenda,

Húndese el rayo, y en ligera barca

El hombre, como alado, el aire hiende.

Así el amor, sin pompa ni misterio

Muere, apenas nacido, de saciado

Jaula es la villa de palomas muertas

Y ávidos cazadores si los pechos

Se rompen de los hombres, y las carnes

Rotas por tierra ruedan, no han de verse

Dentro más que frutillas estrujadas

Se ama de pie, en las calles, entre el polvo

De los salones y las plazas; muere

La flor que nace. Aquella virgen

Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer: aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar deprisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;-
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de color las rosas,
Ea, que son patrañas, pues quien tiene
Tiempo de ser hidalgo, bien que sienta
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate
O si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
Y el hábil catador, -manchado el pecho
De una sangre invisible,- sigue alegre,
Coronado de mirtos, su camino
No son los cuerpos ya, sino desechos,
Y fosas, y jirones; y las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de madurez rebosa,
Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labrador madura
La edad es esta de los labios secos
De las noches sin sueño de la vida
Estrujada en agraz que es lo que falta
Que la ventura falta como liebre
Azorada, el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto.
Me espanta la ciudad, toda está llena
De copas por vaciar o huecas copas
Tengo miedo, ay de mí, de que este vino
Tósigo sea, y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave
Tengo sed,- mas de un vino que en la tierra
No se sabe beber, no he padecido
Bastante aún para romper el muro
Que me aparta, oh dolor, de mi viñedo,
Tomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe
Tomad, yo soy honrado: y tengo miedo.

CORAZÓN DE NEÓN (JOAQUÍN SABINA CON ANDRÉS CALAMARO)


La ciudad donde vivo ha crecido
de espaldas al cielo,
la ciudad donde vivo es el mapa
de la soledad.

Al que llega le da un caramelo
con el veneno de la ansiedad,
la ciudad donde vivo es mi cárcel
y mi libertad.

La ciudad donde vivo
es un ogro, con sientes de oro,
un amante de lujo que siempre
quise seducir.

La ciudad donde junta a Dios y al Diablo,
al funcionario y al travesti,
la ciudad donde vivo es un niño,
limpiando un fusil.

Corazón, corazón, corazón, corazón de cemento
corazón, corazón, corazón corazón, de hormigón
Corazón, corazón enfermo de polución,
corazón, corazón, corazón; Corazón de Neón.

La ciudad donde vivo es un monstruo
con siete cabezas,es un pájaro herido
envuelto, en papel celofán.

Un inmenso barril de cerveza
que de repente, puede estallar,
la ciudad donde vivo es
un templo del bien y del mal.

Corazón, corazón, corazón, corazón de cemento
corazón, corazón, corazón corazón, de hormigón
Corazón, corazón enfermo de polución,
corazón, corazón, corazón; Corazón de Neón. 




CADA CIUDAD PUEDE SER OTRA (MARIO BENEDETTI)
Los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Jaime Sabines

Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren

el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos

cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
unos es el rostro del amor

y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros

y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amo



CIUDADANO CERO (JOAQUÍN SABINA)
Sé de nuestro amigo lo que andan diciendo 
todos los diarios. 
Está usted perdiendo 
su tiempo conmigo, señor comisario. 
Era un individuo de esos que se callan 
por no hacer ruido, perdedor asiduo 
de tantas batallas que gana el olvido. 
Yo no les pregunto nunca a mis clientes 
datos personales, me pagan y punto... 
¡Pasa tanta gente por estos hostales!... 
Nunca dio el menor motivo de alarma, 
señor comisario, nadie imaginó 
que escondiera un arma dentro del armario. 
Ciudadano cero, 
¿qué razón oscura te hizo salir del agujero?, 
siempre sin paraguas, siempre a merced del aguacero. 
Todo había acabado cuando llegaron los maderos. 
Aquella mañana decidió que había llegado el momento 
Abrió la ventana rumiando que hacía falta un escarmiento. 
Cargó la escopeta, se puso chaqueta, 
pensando en las fotos. 
Hizo una ensalada 
de sangre, aliñada con cristales rotos. 
Dejó un gato cojo y un Volkswagen tuerto 
de un tiro en un faro;no tuvo mal ojo, 
diecisiete muertos en treinta disparos. 
Cuando lo metían en una lechera, 
por fin detenido, ahora decía 
sabrá España entera mis dos apellidos'.



CIUDAD (CONSTANTINO KAVAFIS)

Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
Y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".
No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.

PECES DE CIUDAD (JOAQUÍN SABINA CON ANA BELÉN)
VERSIÓN DE ANA BELÉN

Se peinaba a lo garçon 

la viajera que quiso enseñarme a besar 

(Se llamaba Alain Delon

el viajero que quiso enseñarme a besar -canta Ana Belén en su versión)

en la Gare d'Austerlitz. 

Primavera de un amor 

amarillo y frugal como el sol 

del veranillo de san martín. 

Hay quien dice que fui yo 

el primero en olvidar 

cuando en un si bemol de Jacques Brel 

conocí a mademoiselle Amsterdam. 

En la fatua nueva york 

da más sombra que los limoneros 

la estatua de la libertad, 

pero en Desolation row 
las sirenas de los petroleros 
no dejan reír ni volar 
Y, en el coro de babel, 
desafina un español. 
no hay más ley que la ley del tesoro 
en las minas del rey salomón. 
Y desafiando el oleaje 
sin timón ni timonel, 
por mis sueños va, ligero de equipaje, 
sobre un cascarón de nuez, 
mi corazón de viaje, 
luciendo los tatuajes 
de un pasado bucanero, 
de un velero al abordaje, 
de un no te quiero querer. 
Y cómo huir 
cuando no quedan 
islas para naufragar 
al país 
donde los sabios se retiran 
del agravio de buscar 
labios que sacan de quicio, 
mentiras que ganan juicios 
tan sumarios que envilecen 
el cristal de los acuarios 
de los peces de ciudad 
Que mordieron el anzuelo, 
que bucean a ras del suelo, 
que no merecen nadar. 
El dorado era un champú, 
la virtud unos brazos en cruz, 
el pecado una página web. 
En Comala comprendí 
que al lugar donde has sido feliz 
no debieras tratar de volver. 
Cuando en vuelo regular 
pisé el cielo de Madrid 
me esperaba una recién casada 
que no se acordaba de mí. 
Y desafiando el oleaje 
sin timón ni timonel, 
por mis venas va, ligero de equipaje, 
sobre un cascarón de nuez, 
mi corazón de viaje, 
luciendo los tatuajes 
de un pasado bucanero, 
de un velero al abordaje, 
de un liguero de mujer. 
y cómo huir 
cuando no quedan 
islas para naufragar 
al país 
donde los sabios se retiran 
del agravio de buscar 
labios que sacan de quicio, 
mentiras que ganan juicios 
tan sumarios que envilecen 
el cristal de los acuarios 
de los peces de ciudad 
Que perdieron las agallas 
en un banco de morralla, 
en una playa sin mar.


VIDA URBANA (JORGE GUILLÉN)

Calles, un jardín,

césped -y sus muertos.

Morir, no, vivir.

¡Qué urbano lo eterno!


Losa vertical,

nombres de los otros.

La inmortalidad

preserva su otoño.


¿Y aquella aflicción?

Nada sabe el césped

de ningún adiós.

¿Dónde está la muerte?


Hervor de ciudad

en torno a las tumbas.

Una misma paz

se cierne difusa.


Juntos , a través

ya de un solo olvido,

quedan en tropel

los muertos, los vivos. 


DEL OTRO LADO DE LA CIUDAD (ROBERTO CARLOS)
En la ciudad ahora, del otro lado esta, alguien que vive sin 
saber, que estoy también acá, la, la, la, la, la, la 
Si ese alguien supiese, que yo estoy morando, 
en ese lado de la ciudad yo la estoy buscando, la, la, la, la, la, la 
Del otro lado de la ciudad yo se, que la felicidad esta, a, a, 
Ahora debo saber exactamente, donde ella vive y voy allá, a, a 
En este lado en la ciudad, no hay ya sol y todo es muy triste, 
Esa alegría que había en mi calle ya no existe 
Voy a mudarme a ese lado en la ciudad para poderla encontrar 
Y así voy a dejar de andar por la ciudad 
y la he de encontrar, encontrar 
En la ciudad ahora, del otro lado esta, alguien que vive sin 
saber que estoy también acá, la, la, la, la, la, la 
Si ese alguien supiese, que yo estoy enamorando, y en ese lado 
de la ciudad yo la estoy buscando, la, la, la, la, la, la

HABLO DE LA CIUDAD (OCTAVIO PAZ)
a Eliot Weinberger

Novedad de hoy y ruina de pasado mañana, enterrada y resucitada cada día,
Convivida en calles, plazas, autobuses, taxis, cines, teatros, bares, hoteles, Palomares, catacumbas,
La ciudad enorme que cabe en un cuarto de tres metros cuadrados inacabable Como una galaxia,
La ciudad que nos sueña a todos y que todos hacemos y deshacemos y Rehacemos mientras soñamos,
La ciudad que todos soñamos y que cambia sin cesar mientras la soñamos,
La ciudad que despierta cada cien años y se mira en el espejo de una palabra y No se reconoce y otra vez se echa a dormir,
La ciudad que brota de los párpados de la mujer que duerme a mi lado y se convierte,
Con sus monumentos y sus estatuas, sus historias y sus leyendas,
En un manantial hecho de muchos ojos y cada ojo refleja el mismo paisaje detenido,
Antes de las escuelas y las prisiones, los alfabetos y los números, el altar y la ley:
El río que es cuatro ríos, el huerto, el árbol, la Varona y el Varón vestido de viento
—Volver, volver, ser otra vez arcilla, bañarse en esa luz, dormir bajo esas luminarias,
Flotar sobre las aguas del tiempo como la hoja llameante del arce que arrastra la corriente,
Volver, ¿estamos dormidos o despiertos?, estamos, nada más estamos, amanece, es temprano,
Estamos en la ciudad, no podemos salir de ella sin caer en otra, idéntica aunque sea distinta,
Hablo de la ciudad inmensa, realidad diaria hecha de dos palabras: los otros,
Y en cada uno de ellos hay un yo cercenado de un nosotros, un yo a la deriva,
Hablo de la ciudad construida por los muertos, habitada por sus tercos Fantasmas, regida por su despótica memoria,
La ciudad con la que hablo cuando no hablo con nadie y que ahora me dicta estas palabras insomnes,
Hablo de las torres, los puentes, los subterráneos, los hangares, maravillas y desastres,
El estado abstracto y sus policías concretos, sus pedagogos, sus carceleros, sus predicadores,
Las tiendas en donde hay de todo y gastamos todo y todo se vuelve humo,
Los mercados y sus pirámides de frutos, rotación de las cuatro estaciones, las Reses en canal colgando de los garfios, las colinas de especias y las torres de frascos y conservas,
Todos los sabores y los colores, todos los olores y todas las materias, la marea de Las voces —agua, metal, madera, barro—, el trajín, el regateo y el trapicheo desde el comienzo de los días,
Hablo de los edificios de cantería y de mármol, de cemento, vidrio, hierro, del Gentío en los vestíbulos y portales, de los elevadores que suben y bajan como el mercurio en los termómetros,
De los bancos y sus consejos de administración, de las fábricas y sus gerentes, de los obreros y sus máquinas incestuosas,
Hablo del desfile inmemorial de la prostitución por calles largas como el deseo y como el aburrimiento,
Del ir y venir de los autos, espejo de nuestros afanes, quehaceres y pasiones (¿Por qué, para qué, hacia dónde?),
De los hospitales siempre repletos y en los que siempre morimos solos,
Hablo de la penumbra de ciertas iglesias y de las llamas titubeantes de los cirios en los altares,
Tímidas lenguas con las que los desamparados hablan con los santos y con las vírgenes en un lenguaje ardiente y entrecortado,
Hablo de la cena bajo la luz tuerta en la mesa coja y los platos desportillados,
De las tribus inocentes que acampan en los baldíos con sus mujeres y sus hijos, sus animales y sus espectros,
De las ratas en el albañal y de los gorriones valientes que anidan en los alambres, en las cornisas y en los árboles martirizados,
De los gatos contemplativos y de sus novelas libertinas a la luz de la luna, diosa cruel de las azoteas,
De los perros errabundos, que son nuestros franciscanos y nuestros bhikkus, los perros que desentierran los huesos del sol,
Hablo del anacoreta y de la fraternidad de los libertarios, de la conjura de los justicieros y de la banda de los ladrones,
De la conspiración de los iguales y de la sociedad de amigos del Crimen, del club de los suicidas y de Jack el Destripador,
Del Amigo de los Hombres, afilador de la guillotina, y de César, Delicia del Género Humano,
Hablo del barrio paralítico, el muro llagado, la fuente seca, la estatua pintarrajeada,
Hablo de los basureros del tamaño de una montaña y del sol taciturno que se filtra en el polumo,
De los vidrios rotos y del desierto de chatarra, del crimen de anoche y del banquete del inmortal Trimalción,
De la luna entre las antenas de la televisión y de una mariposa sobre un bote de inmundicias,
Hablo de madrugadas como vuelo de garzas en la laguna y del sol de alas Transparentes que se posa en los follajes de piedra de las iglesias y del gorjeo de La luz en los tallos de vidrio de los palacios,
Hablo de algunos atardeceres al comienzo del otoño, cascadas de oro incorpóreo, Transfiguración de este mundo, todo pierde cuerpo, todo se queda suspenso,
La luz piensa y cada uno de nosotros se siente pensado por esa luz reflexiva, Durante un largo instante el tiempo se disipa, somos aire otra vez,
Hablo del verano y de la noche pausada que crece en el horizonte como un Monte de humo que poco a poco se desmorona y cae sobre nosotros como una ola,
Reconciliación de los elementos, la noche se ha tendido y su cuerpo es un río Poderoso de pronto dormido, nos mecemos en el oleaje de su respiración, la hora Es palpable, la podemos tocar como un fruto,
Han encendido las luces, arden las avenidas con el fulgor del deseo, en los Parques la luz eléctrica atraviesa los follajes y cae sobre nosotros una llovizna Verde y fosforescente que nos ilumina sin mojarnos, los árboles murmuran, nos dicen algo,
Hay calles en penumbra que son una insinuación sonriente, no sabemos a dónde Van, tal vez al embarcadero de las islas perdidas,
Hablo de las estrellas sobre las altas terrazas y de las frases indescifrables que Escriben en la piedra del cielo,
Hablo del chubasco rápido que azota los vidrios y humilla las arboledad, duró Veinticinco minutos y ahora allá arriba hay agujeros azules y chorros de luz, el Vapor sube del asfalto, los coches relucen, hay charcos donde navegan barcos de reflejos,
Hablo de nubes nómadas y de una música delgada que ilumina una habitación en Un quinto piso y de un rumor de risas en mitad de la noche como agua remota Que fluye entre raíces y yerbas,
Hablo del encuentro esperado con esa forma inesperada en la que encarna lo desconocido y se manifiesta a cada uno:
Ojos que son la noche que se entreabre y el día que despierta, el mar que se tiende y la llama que habla, pechos valientes: marea lunar,
Labios que dicen sésamo y el tiempo se abra y el pequeño cuarto se vuelve Jardín de metamorfosis y el aire y el fuego se enlazan, la tierra y el agua se confunden,
O es el advenimiento del instante en que allá, en aquel otro lado que es aquí mismo, la llave se cierra y el tiempo cesa de manar;
Instante del hasta aquí, fin del hipo, del quejido y del ansia, el alma pierde Cuerpo y se desploma por un agujero del piso, cae en sí misma, el tiempo se ha Desfondado, caminamos por un corredor sin fin, jadeamos en un arenal,
¿Esa música se aleja o se acerca, esas luces pálidas se encienden o apagan?, Canta el espacio, el tiempo se disipa: es el boqueo, es la mirada que resbala por la lisa pared, es la pared que se calla, la pared,
Hablo de nuestra historia pública y de nuestra historia secreta, la tuya y la mía,
Hablo de la selva de piedra, el desierto del profeta, el hormigüero de almas, la Congregación de tribus, la casa de los espejos, el laberinto de ecos,
Hablo del gran rumor que viene del fondo de los tiempos, murmullo incoherente De naciones que se juntan o dispersan, rodar de multitudes y sus armas como Peñascos que se despeñan, sordo sonar de huesos cayendo en el hoyo de la historia,
Hablo de la ciudad, pastora de siglos, madre que nos engendra y nos devora, nos inventa y nos olvida.
BICHO DE CIUDAD (LOS PIOJOS)
¿Qué voy a hacer 
Con tanto cielo para mi? 
Voy a volar, 
Yo soy un bicho de ciudad. 

¿Qué voy a hacer, 
Cuál es el camino a seguir? 
Voy a soñar 
Con ese beso al regresar. 

Cierro los ojos, 
No imagino algo mejor 
Respiro hondo 
Y tomo el vino… 

Y no te asustes 
Si me río como un loco 
Es necesario 
Que a veces sea así 
Será la vida 
Que siempre nos pega un poco 
Nos encandila 
Con lo que está por venir. 

¿Qué voy a hacer 
Con tanto cielo para mi? 
Voy a volar, 
Yo soy un bicho de ciudad. 

Bajo un árbol 
Me refugio del calor 
... en el silencio, 
Escucho el río. 

Y no te asustes 
Si me río como un loco 
Es necesario 
Que a veces sea así 
Será la vida 
Que siempre nos pega un poco 
Nos encandila 
Con lo que está por venir. 

Tengo algo mal pensado, 
Little baby en el colchón 
Lloviznando de repente, 
Donde está mi amor. 

Llegué de lejos 
Yo te quiero en lo que se de 
Alguien que te está buscando 
Sed hay en sus manos. 

Es perfecto el aire, 
La cumbre bajo el sol 
De lo que quede de mí, 
Te llevo un poco.
"La ciudad es un inmenso código que espera que lo descifren. Yo me he pasado la vida haciendo eso y es mi manera de vivir en una ciudad"

Julio Cortázar
PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID (LUIS EDUARDO AUTE-JOAQUÍN SABINA)
Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo,
pongamos que hablo de Madrid.
Donde el deseo viaja en ascensores,
un agujero queda para mí,
que me dejo la vida en sus rincones,
pongamos que hablo de Madrid.

Las niñas ya no quieren ser princesas
y a los niños les da por perseguir
el mar dentro de un vaso de ginebra,
pongamos que hablo de Madrid.
Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte viaja en ambulancias blancas,
pongamos que hablo de Madrid.

El sol es una estufa de butano,
la vida un metro a punto de partir,
hay una jeringuilla en el lavabo,
pongamos que hablo de Madrid.
Cuando la muerte venga a visitarme,
que me lleven al sur donde nací,
aquí no queda sitio para nadie,
pongamos que hablo de Madrid.

EL CIUDADANO DESCONOCIDO (WYSTAN AUDEN)

El Departamento de Estadística descubrió que era 
alguien contra quien no había queja oficial, 
y todos los informes sobre su conducta coinciden 
en que, en el sentido moderno de una palabra anticuada, era un santo, 
pues en todo lo que hizo sirvió a la Gran Comunidad. 
Salvo por la guerra hasta el día de su jubilación 
trabajó en una fábrica y nunca fue despedido, 
sino que satisfizo a sus patronos, Motores Fudge S.A. 
Y sin embargo no era un esquirol ni tenía opiniones extrañas, 
pues su Sindicato informa que cumplió con su deber 
(nuestro informe sobre su Sindicato indica que era de fiar) 
y nuestros trabajadores de Psicología Social descubrieron 
que eraa estimado entres sus compañeros y le gustaba ir de copas. 
La prensa está convencida de que compraba el periódico todos los días 
y sus reacciones a la publicidad eran normales en todos los sentidos. 
Las pólizas hechas a su nombre demuestran que estaba asegurado 

a todo riesgo,

y su cartilla de Atención Sanitaria indica que ingresó una vez 

en el hospital pero salió curado.

Tanto Sondeo de Producción como Alto Nivel de Vida declaran 
que tenía actitud sensata entre las ventajas del Pago a Plazos 
y poseía todo lo que necesita el Hombre Moderno, 
fonógrafo, radio, coche y frigorífico. 
Nuestros investigadores de Opinión Pública están convencidos 
de que tenía las opiniones adecuadas según la época del año; 
cuando había paz, estaba a favor de la paz, cuando hubo guerra, acudió. 
Se casó y aportó a la población cinco hijos, 
lo que era el número adecuado para un progenitor de su generación 

según nuestro Eugenista,

y nuestros maestros atestiguan que nuca se entrometió en su educación. 
¿Era libre? ¿Fue feliz? La pregunta es absurda: 
si algo hubiera ido mal, con toda seguridad nos hubiéramos enterado

VISTA DE PARIS DESDE LA HABITACIÓN - VINCENT VAN GOGH
CIUDAD - GEORGE GROSZ

APARICIÓN DE UNA CIUDAD - EUGENIO SALVADOR DALI
LUCES DE LA CIUDAD - LEONID AFREMOV
PINTURA DE LA CIUDAD MODERNA - RICHARD HEISLER







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