ODA AL OTOÑO (PABLO NERUDA)
Ay cuanto tiempo
tierra
sin otoño,
cómo
pudo vivirse!
Ah qué opresiva
náyade
la primavera
con sus escandalosos
pezones
mostrándolos en todos
los árboles del mundo,
y luego
el verano,
trigo,
trigo,
intermitentes
grillos,
cigarras,
sudor desenfrenado.
Entonces
el aire
trae por la mañana
un vapor de planeta.
Desde otra estrella
caen gotas de plata.
Se respira
el cambio
de fronteras,
de la humedad al viento,
del viento a las raíces.
Algo sordo, profundo,
trabaja bajo la tierra
almacenando sueños.
La energía se ovilla,
la cinta
de las fecundaciones
enrolla
sus anillos.
Modesto es el otoño
como los leñadores.
Cuesta mucho
sacar todas las hojas
de todos los árboles
de todos los países.
La primavera
las cosió volando
y ahora
hay que dejarlas
caer como si fueran
pájaros amarillos.
No es fácil.
Hace falta tiempo.
Hay que correr por todos
los caminos,
hablar idiomas,
sueco,
portugués,
hablar en lengua roja,
en lengua verde.
Hay que saber
callar en todos
los idiomas
y en todas partes,
siempre
dejar caer,
caer,
dejar caer,
caer,
las hojas.
Difícil
es
ser otoño,
fácil ser primavera.
Encender todo
lo que nació
para ser encendido.
Pero apagar el mundo
deslizándolo
como si fuera un aro
de cosas amarillas,
hasta fundir olores,
luz, raíces,
subir vino a las uvas,
acunar con paciencia
la irregular moneda
del árbol en la altura
derramándola luego
en desinteresadas
calles desiertas,
es profesión de manos
varoniles.
Por eso,
otoño,
camarada alfarero,
constructor de planetas,
electricista,
preservador de trigo,
te doy mi mano de hombre
a hombre
y te pido me invites
a salir a caballo,
a trabajar contigo.
Siempre quise
ser aprendiz de otoño,
ser pariente pequeño
del laborioso
mecánico de altura,
galopar por la tierra
repartiendo
oro,
inútil oro.
Pero, mañana,
otoño,
te ayudaré a que cobren
hojas de oro
los pobres del camino.
Otoño, buen jinete,
galopemos,
antes que nos ataje
el negro invierno.
Es duro
nuestro largo trabajo.
Vamos
a preparar la tierra
y a enseñarla
a ser madre,
a guardar las semillas
que en su vientre
van a dormir cuidadas
por dos jinetes rojos
que corren por el mundo:
el aprendiz de otoño
y el otoño.
Así de las raíces
oscuras y escondidas
podrán salir bailando
la fragancia
y el velo verde de la primavera.
BALADA DE OTOÑO (JOAN MANUEL SERRAT)
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.
Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.
Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.
Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...
SONETO DEL OTOÑO (MARIO BENEDETTI)
En el año el otoño es un sosiego
y es la más suave de las estaciones
en ella se perdonan los perdones
y renace el anhelo solariego
el otoño no tiene sol de fuego
ni turbas ni dramáticas visiones
los dolores se van de vacaciones
y la brisa en las tardes es un juego
en el otoño pasa la jornada
lentamente / con calma / con olvido
y con la mente bien despabilada
digamos que en la paz está la clave
del ocio saludable y compartido
porque el otoño es eso / vida suave.
CANCIÓN DE OTOÑO (JOSÉ LUIS PERALES)
Como sopla el viento en las ventanas,
como llueve hoy.
Como está la calle de vacía,
como muere el sol.
Estos días grises del otoño
me ponen triste
y al calor del fuego de mi hoguera,
te recuerdo hoy.
Te recuerdo hoy.
A ti, que eres mi vida entera,
la brisa de primavera, la claridad.
A ti, que sufres cuando me esperas
que miras a las estrellas
y que suspiras por mí.
Como arrastra el viento aquellas hojas,
como llueve hoy
y que torpe vuela por el cielo
ese gorrión.
Se han quedado mudos esos nidos
de golondrinas
y sentado al borde de la noche
te recuerdo hoy
Te recuerdo hoy.
A ti, que eres mi vida entera,
la brisa de primavera, la claridad.
A ti, que sufres cuando me esperas
que miras a las estrellas
y que suspiras por mí.
Los paraguas pasan lentamente
frente a mi balcón.
El reloj se escucha como siempre
en el comedor.
Estos días grises del otoño
me ponen triste
y al calor del fuego de mi hoguera,
te recuerdo hoy.
Te recuerdo hoy.
A ti, que eres mi vida entera,
la brisa de primavera, la claridad.
A ti, que sufres cuando me esperas
que miras a las estrellas
y que suspiras por mí.
Como sopla el viento en las ventanas,
como llueve hoy.
POEMA DEL OTOÑO (RUBÉN DARIO)
Tú, que estás la barba en la mano
meditabundo,
¿has dejado pasar, hermano,
la flor del mundo?
Te lamentas de los ayeres
con quejas vanas:
¡aún hay promesas de placeres
en los mañanas!
Aún puedes casar la olorosa
rosa y el lis,
y hay mirtos para tu orgullosa
cabeza gris.
El alma ahíta cruel inmola
lo que la alegra,
como Zingua, reina de Angola,
lúbrica negra.
Tú has gozado de la hora amable,
y oyes después
la imprecación del formidable
Eclesiastés.
El domingo de amor te hechiza;
mas mira cómo
llega el miércoles de ceniza;
Memento, homo...
Por eso hacia el florido monte
las almas van,
y se explican Anacreonte
y Omar Kayam.
Huyendo del mal, de improviso
se entra en el mal,
por la puerta del paraíso
artificial.
Y no obstante la vida es bella,
por poseer
la perla, la rosa, la estrella
y la mujer.
Lucifer brilla. Canta el ronco
mar. Y se pierde
Silvano, oculto tras el tronco
del haya verde.
Y sentimos la vida pura,
clara, real,
cuando la envuelve la dulzura
primaveral.
¿Para qué las envidias viles
y las injurias,
cuando retuercen sus reptiles
pálidas furias?
¿Para qué los odios funestos
de los ingratos?
¿Para qué los lívidos gestos
de los Pilatos?
¡Si lo terreno acaba, en suma,
cielo e infierno,
y nuestras vidas son la espuma
de un mar eterno!
Lavemos bien de nuestra veste
la amarga prosa;
soñemos en una celeste
mística rosa.
Cojamos la flor del instante;
¡la melodía
de la mágica alondra cante
la miel del día!
Amor a su fiesta convida
y nos corona.
Todos tenemos en la vida
nuestra Verona.
Aun en la hora crepuscular
canta una voz:
«Ruth, risueña, viene a espigar
para Booz!»
Mas coged la flor del instante,
cuando en Oriente
nace el alba para el fragante
adolescente.
¡Oh! Niño que con Eros juegas,
niños lozanos,
danzad como las ninfas griegas
y los silvanos.
El viejo tiempo todo roe
y va de prisa;
sabed vencerle, Cintia, Cloe
y Cidalisa.
Trocad por rosas azahares,
que suena el son
de aquel Cantar de los Cantares
de Salomón.
Príapo vela en los jardines
que Cipris huella;
Hécate hace aullar a los mastines;
mas Diana es bella;
y apenas envuelta en los velos
de la ilusión,
baja a los bosques de los cielos
por Endimión.
¡Adolescencia! Amor te dora
con su virtud;
goza del beso de la aurora,
¡oh juventud!
¡Desventurado el que ha cogido
tarde la flor!
Y ¡ay de aquel que nunca ha sabido
lo que es amor!
Yo he visto en tierra tropical
la sangre arder,
como en un cáliz de cristal,
en la mujer
Y en todas partes la que ama
y se consume
como una flor hecha de llama
y de perfume.
Abrazaos en esa llama
y respirad
ese perfume que embalsama
la Humanidad.
Gozad de la carne, ese bien
que hoy nos hechiza,
y después se tornará en
polvo y ceniza.
Gozad del sol, de la pagana
luz de sus fuegos;
gozad del sol, porque mañana
estaréis ciegos.
Gozad de la dulce armonía
que a Apolo invoca;
gozad del canto, porque un día
no tendréis boca.
Gozad de la tierra que un
bien cierto encierra;
gozad, porque no estáis aún
bajo la tierra.
Apartad el temor que os hiela
y que os restringe;
la paloma de Venus vuela
sobre la Esfinge.
Aún vencen muerte, tiempo y hado
las amorosas;
en las tumbas se han encontrado
mirtos y rosas.
Aún Anadiódema en sus lidias
nos da su ayuda;
aún resurge en la obra de Fidias
Friné desnuda.
Vive el bíblico Adán robusto,
de sangre humana,
y aún siente nuestra lengua el gusto
de la manzana.
Y hace de este globo viviente
fuerza y acción
la universal y omnipotente
fecundación.
El corazón del cielo late
por la victoria
de este vivir, que es un combate
y es una gloria.
Pues aunque hay pena y nos agravia
el sino adverso,
en nosotros corre la savia
del universo.
Nuestro cráneo guarda el vibrar
de tierra y sol,
como el ruido de la mar
el caracol.
La sal del mar en nuestras venas
va a borbotones;
tenemos sangre de sirenas
y de tritones.
A nosotros encinas, lauros,
frondas espesas;
tenemos carne de centauros
y satiresas.
En nosotros la vida vierte
fuerza y calor.
¡Vamos al reino de la Muerte
por el camino del Amor!
OTOÑO PORTEÑO (ASTOR PIAZZOLLA)
AMANECER DE OTOÑO (ANTONIO MACHADO)
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros.
Zarzas, malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor;
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos,
caminando un cazador.
EL VIGÍA (SILVIO RODRÍGUEZ
Agua me pide el retoño
que tuvo empezar amargo
va a hacer falta un buen otoño
tras un verano tan largo
el verde se esta sacando
y el viento sur se demora
pero yo sigo esperando
que lleguen cantando
la lluvia y mi hora.
Yo soy de un oficio viejo
como el arroyo y el viento
como el ave y el espejo
como el amor y el invento
yo solo soy el vigía
amigo del jardinero
con la pupila en el día
que llegara el aguacero
yo solo soy un vigía
amigo del jardinero.
Agua me pide el retoño
que tuvo empezar amargo
va a hacer falta un buen otoño
tras un verano tan largo
el verde se esta secando
y el viento sur se demora
pero yo sigo esperando
que lleguen cantando
la lluvia y mi hora.
OTOÑO (MARIO BENEDETTI)
Aprovechemos el otoño
antes de que el invierno nos escombre
enfrentemos a codazos en la franja del sol
y admiremos a los pájaros que emigran
ahora que calienta el corazón
aunque sea de a ratos y de a poco
pensemos y sintamos todavía
con el viejo cariño que nos queda
aprovechemos el otoño
antes de que el futuro se congele
y no haya sitio para la belleza
porque el futuro se nos vuelve escarcha.
SENTIMIENTO DE OTOÑO (LUIS CERNUDA)
Llueve el otoño aún verde como entonces
Sobre los viejos mármoles,
Con aroma vacío, abriendo sueños,
y el cuerpo se abandona.
Hay formas transparentes por el valle;
Embeleso en las fuentes,
y entre el vasto aire pálido ya brillan
Unas celestes alas.
Tras de las voces frescas queda el halo
Virginal de la muerte.
Nada pesa ganado ni perdido.
Lánguido va el recuerdo.
Todo es verdad, menos el odio, yerto
Como ese gris celaje
Pasando vanamente sobre el oro,
Hecho sombra iracunda
TONADA DEL OTOÑO (MERCEDES SOSA)
No es lo mismo el otoño en Mendoza,
hay que andar con el alma hecha un niño
comprenderle el adiós a las hojas
y acostarse en su sueño amarillo
Tiene el canto que baja la acequia
una historia de duendes de agua
personajes que un día salieron
a poblarnos la piel de tonadas
La brisa traviesa se ha puesto a juntar
suspiros de nubes cansadas de andar
esta lluvia que empieza en mis ojos
no es más que un antojo de la soledad
Es posible encontrar cada nombre
en la voz que murmuran los cerros
el paisaje reclama por fuera
nuestro tibio paisaje de adentro
Ser la tarde que vuelve en gorriones
a morirse de abrazo en el nido
y tener un amigo al costado
para hacer un silencio de amigos
La tarde nos dice al llevarse al sol
que siempre al recuerdo lo inicia un adiós
para quien lo ha vivido en Mendoza
otoño son cosas que inventó el amor
hay que andar con el alma hecha un niño
comprenderle el adiós a las hojas
y acostarse en su sueño amarillo
Tiene el canto que baja la acequia
una historia de duendes de agua
personajes que un día salieron
a poblarnos la piel de tonadas
La brisa traviesa se ha puesto a juntar
suspiros de nubes cansadas de andar
esta lluvia que empieza en mis ojos
no es más que un antojo de la soledad
Es posible encontrar cada nombre
en la voz que murmuran los cerros
el paisaje reclama por fuera
nuestro tibio paisaje de adentro
Ser la tarde que vuelve en gorriones
a morirse de abrazo en el nido
y tener un amigo al costado
para hacer un silencio de amigos
La tarde nos dice al llevarse al sol
que siempre al recuerdo lo inicia un adiós
para quien lo ha vivido en Mendoza
otoño son cosas que inventó el amor
OTOÑO (JUAN RAMÓN JIMÉNEZ)
Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.
EL OTOÑO (ANTONIO VIVALDI)
MÚSICA Y SONETO TRADUCIDO AL ESPAÑOL
Celebra el aldeano a baile y cantos
de la feliz cosecha el bienestar,
y el licor de Baco abusan tantos
que termina en el sueño su gozar.
Deben todos trocar bailes y cantos:
El aire da, templado, bienestar,
y la estación invita tanto a tantos
de un dulcísimo sueño a bien gozar.
Al alba el cazador sale a la caza
con cuernos, perros y fusil, huyendo
corre la fiera, síguenle la traza;
Ya asustada y cansada del estruendo
de armas y perros, herida amenaza
harta de huir, vencida ya, muriendo.
LA CANCIÓN DEL OTOÑO (MANUEL JOSÉ OTHÓN)
I
Zumba ¡oh viento! zumba y ruge
dispersando la simiente;
que la crútula reviente
a la furia de tu empuje.
La hojarasca cruje, y cruje
el ramaje tristemente;
que tu garra prepotente
los retuerza y los estruje.
Resonando las serojas
se estremecen al chasquido
que crepita en las panojas,
y es canción en la espesura,
en las ruinas alarido
y en los nervios crispatura.
II
Bajo el oro fulgurante
del espacio, la llanada
se enrojece caldeada
por el sol reverberante;
y en la milpa, centelleante
por la escarcha de la helada,
blonda virgen cobijada
con un velo de diamante.
Oro y grana las campiñas
que el divino cielo cubre,
son sembrados y son viñas;
y a los soplos otoñales,
los viñedos seca Octubre
y Noviembre los maizales.
III
Ancho río, cauce angosto,
ya no se oye vuestro acento;
hoy seguís en curso lento,
resecados por Agosto.
Por el zumo del remosto
cuando corre, pasa el viento
preludiando tremulento
la anacreóntica del mosto...
Alza a ti la creatura
un acento soberano,
pues le ofrece tu ternura,
¡oh, invisible Pan divino!
tu substancia, que es el grano,
y tu sangre, que es el vino.
|
OTOÑO (JOSÉ HIERRO)
Otoño de manos de oro.
Ceniza de oro tus manos dejaron caer al camino.
Ya vuelves a andar por los viejos paisajes desiertos.
Ceñido tu cuerpo por todos los vientos de todos los siglos.
Otoño, de manos de oro:
con el canto del mar retumbando en tu pecho infinito,
sin espigas ni espinas que puedan herir la mañana,
con el alba que moja su cielo en las flores del vino,
para dar alegría al que sabe que vive
de nuevo has venido.
Con el humo y el viento y el canto y la ola temblando,
en tu gran corazón encendido.
OTOÑO (RAFAEL ALBERTI)
Otoño fuerte y dulce, tú no eres
ese enfermo adorado que agoniza
rodando por la tierra, en las rachas del aire,
sus huesos amarillos, mojados de lluvia,
o en perdidos montones, secos, pisoteados,
barridos en sordina por la escoba
sin piedad del invierno
y sin embargo, otoño.
Tú perduras al fin esa pálida imagen,
después de haberte alzado como la más fantástica,
vigorosa estación de las cuatro estaciones.
ese enfermo adorado que agoniza
rodando por la tierra, en las rachas del aire,
sus huesos amarillos, mojados de lluvia,
o en perdidos montones, secos, pisoteados,
barridos en sordina por la escoba
sin piedad del invierno
y sin embargo, otoño.
Tú perduras al fin esa pálida imagen,
después de haberte alzado como la más fantástica,
vigorosa estación de las cuatro estaciones.
Hoy me ciño la frente con hojas de tus viñas
me sumerjo en el monte de tus uvas pisadas
y levanto la copa dorada de tu vino
y grito alegre al mundo:
Todavía
arde en mi sangre el vino resplandor del otoño
me sumerjo en el monte de tus uvas pisadas
y levanto la copa dorada de tu vino
y grito alegre al mundo:
Todavía
arde en mi sangre el vino resplandor del otoño
OTOÑO (OCTAVIO PAZ)
En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡Cuánta belleza suelta!
Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas:
busco dentro de mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...
Y algo que no se sabe y dice "nunca"
cae del cielo,
de ti, mi dios y mi adversario
CANCIÓN DE OTOÑO (PAUL VERLAINE)
Los sollozos más hondos
Del violín del otoño
Son igual
Que una herida en el alma
De congojas extrañas
Sin final.
Tembloroso recuerdo
Esta huida del tiempo
Que se fue.
Evocando el pasado
Y los días lejanos
Lloraré.
Este viento se lleva
El ayer de tiniebla
Que pasó,
Una mala borrasca
Que levanta hojarasca
Como yo.
HANS ANDERSON BRENDEKILDE
EL OTOÑO - PIETR BRUEGHEL, EL JÓVEN
OTOÑO - GIUSEPPE ARCIMBOLDO
LA VENDIMIA U OTOÑO - FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES
OTOÑO - LEONID AFREMOV
OTOÑO - CLAUDE MONET
OTOÑO - VINCENT VAN GOGH
WATER PARK EN OTOÑO - PAUL KLEE
OTOÑO CANIBALÍSTICO - EUGENIO SALVADOR DALI
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