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25.1.14

PINTURA

A LA PINTURA (RAFAEL ALBERTI)
A ti, lino en el campo. A ti, extendida 


superficie, a los ojos, en espera. 

A ti, imaginación, helor u hoguera, 

diseño fiel o llama desceñida. 



A ti, línea impensada o concebida. 

A ti, pincel heroico, roca o cera, 

obediente al estilo o la manera, 

dócil a la medida o desmedida. 



A ti, forma; color, sonoro empeño 

porque la vida ya volumen hable, 

sombra entre luz, luz entre sol, oscura. 



A ti, fingida realidad del sueño. 

A ti, materia plástica palpable. 

A ti, mano, pintor de la Pintura. 


ERAN TRES (ALBERTO CORTEZ)
con el acompañamiento de ALEJANDRO LERNER
(Canción inspirada a raíz de la muerte en el año 1973 
de Pablo Picasso, Pablo Neruda y Pablo Casals)

Eran tres, eran tres, eran tres...
eran tres con palomas en las manos...
eran tres y los tres eran hermanos
de la luz, del amor y del saber.
Eran tres y se fueron los tres...
El primero detrás de algunos versos,
el segundo a pintar el universo
y tercero en mitad de su niñez...
Pablo gorrión, Pablo poeta y marinero,
Pablo arlequín, Pablo pintor, Pablo torero,
Pablo y "el cant dels ocells", Pablo maestro,
Pablos de todos, Pablos de nadie... Pablos nuestros.
Eran tres, eran tres, eran tres...
Tres senderos, tres huellas, tres caminos,
tres Quijotes venciendo a los molinos
con un cello, un poema y un pincel.
Eran tres y se fueron los tres....
nos quedamos sin Pablos en el mundo
y lo bello, sin ellos, moribundo...
¡qué va a ser de nosotros... qué va a ser!



ODA A SALVADOR DALI (FEDERICO GARCÍA LORCA)



Una rosa en el alto jardín que tu deseas.

Una rueda en la pura sintaxis del acero.

Desnuda la montaña de niebla impresionista.

Los grises oteando sus balaustradas últimas.



Los pintores modernos, en sus blancos estudios,

cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada.
En las aguas del Sena un iceberg de mármol
enfría las ventanas y disipa las yedras.

El hombre pisa fuerte las calles enlosadas.
Los cristales esquivan la magia del reflejo.
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume.
La máquina eterniza sus compases binarios.

Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos
yerra por los tejados de las casas antiguas.
El aire pulimenta su prisma sobre el mar
y el horizonte sube como un gran acueducto.

Marineros que ignoran el vino y la penumbra
decapitan sirenas en los mares de plomo.
La Noche, negra estatua de la prudencia, tiene
el espejo redondo de la luna en su mano.

Un deseo de formas y límites nos gana.
Viene el hombre que mira con el metro amarillo.
Venus es una blanca naturaleza muerta
y los coleccionistas de mariposas huyen.

Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.

Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena.
En alta mar les sirve de brújula una rosa.
El horizonte virgen de pañuelos heridos
junta los grandes vidrios del pez y de la luna.

Una dura corona de blancos bergantines
ciñe frentes amargas y cabellos de arena.
Las sirenas convencen, pero no sugestionan,
y salen si mostramos un vaso de agua dulce.

¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.

Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos.
Huyes la oscura selva de formas increíbles.
Tu fantasía llega donde llegan tus manos,
y gozas el soneto del mar en tu ventana.

El mundo tiene sordas penumbras y desorden,
en los primeros términos que el humano frecuenta.
Pero ya las estrellas ocultando paisajes,
señalan el esquema perfecto de sus órbitas.

La corriente del tiempo se remansa y ordena
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo.
Y la Muerte vencida se refugia temblando
en el círculo estrecho del minuto presente.

Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.

Pides la luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar a la boca ni al corazón del hombre.
Luz que temen las vides entrañables de Baco
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.

Haces bien en poner banderines de aviso,
en el límite oscuro que relumbra de noche.
Como pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón cambiante de una nube imprevista.

El pez en la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas o copias después de haber mirado
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles.

Amas una materia definida y exacta
donde el hongo no pueda poner su campamento.
Amas la arquitectura que construye en lo ausente
y admites la bandera como una simple broma.

Dice el compás de acero su corto verso elástico.
Desconocidas islas desmienten ya la esfera.
Dice la línea recta su vertical esfuerzo
y los sabios cristales cantan sus geometrías.

Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega,
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.

Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa.
(Mariposa clavada que medita su vuelo.)
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.
¡Siempre la rosa!

¡Oh Salvador Dalí de voz aceitunada!
Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros.
No alabo tu imperfecto pincel adolescente,
pero canto la firme dirección de tus flechas.

Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas,
tu amor a lo que tiene explicación posible.
Canto tu corazón astronómico y tierno,
de baraja francesa y sin ninguna herida.

Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.

Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.

Es primero que el cuadro que paciente dibujas
el seno de Teresa, la de cutis insomne,
el apretado bucle de Matilde la ingrata,
nuestra amistad pintada como un juego de oca.

Huellas dactilográficas de sangre sobre el oro
rayen el corazón de Cataluña eterna.
Estrellas como puños sin halcón te relumbren,
mientras que tu pintura y tu vida florecen.

No mires la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura guadaña de las alegorías.
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire,
frente a la mar poblada con barcos y marinos.

DALI (MECANO)

Dalí se desdibuja 
Tirita su burbuja 
Al descontar latidos 
Dalí se decolora 
Porque esta lavadora 
No distingue tejidos 
El se da cuenta 
Y asustado se lamenta 
Los genios no deben morir 
Son más de ochenta 
Los que curvan tu osamenta 
"Eungenio" Salvador Dalí 

Bigote rocococo 
De dónde acaba el genio 
A dónde empieza el loco 
Mirada deslumbrada 
De dónde acaba el genio 
A dónde empieza el hada 
En tu cabeza se comprime la belleza 
Como si fuese una olla exprés 
Y es el vapor que va saliendo por la pesa 
Mágica luz en Cadaqués 

Si te reencarnas en cosa 
Hazlo en lápiz o en pincel 
Y Gala de piel sedosa 
Que lo haga en lienzo o en papel 
Si te reencarnas en carne 
Vuelve a reencarnarte en ti 
Que andamos justos de genios 
"Eungenio" Salvador Dalí. 

Realista y surrealista 
Con luz de impresionista 
Y trazo impresionante 
Delirio colorista 
Colirio y oculista 
De ojos delirantes 
En tu paleta mezclas místicos ascetas 
Con bayonetas y con tetas 
Y en tu cerebro Gala, Dios y las pesetas 
Buen catalán anacoreta. 

Si te reencarnas en cosa 
Hazlo en lápiz o en pincel 
Y Gala de piel sedosa 
Que lo haga en lienzo o en papel 
Si te reencarnas en carne 
Vuelve a reencarnarte en ti 
Queremos genios en vida 
Queremos que estés aquí 
"Eungenio" Salvador Dalí
AL PINCEL (RAFAEL ALBERTI)

A tí, vara de música rectora,
Concertante del mar que te abre el lino,
silencioso, empapado peregrino
de la noche, el crepúsculo y la aurora.
A tí, caricia que el color colora,
fino estilete en el operar fino,
escoba barredera del camino
que te ensancha, te oprime y te aminora.
A tí, espiga en invierno y en verano,
cabeceante al soplo de la mano,
brasa de sombra o yerta quemadura.
La obstinación en ti se resplandece.
Tu vida es tallo que sin tierra crece.


A tí, esbelto albañil de la Pintura.

EL PINTOR DE LAS MUJERES SOLES (SILVIO RODRÍGUEZ)
El pintor de las mujeres soles . El pintor de las mujeres soles
abandonado en su empecinada claridad.
Hizo su último viaje ya muy solo
sobre el Atlántico
y fue sepultado cuando llegó.

El pintor brilloso como la Luna
con su pelo largo con su barba culta de polvo.
Escupió al cangrejo desde un dibujo
y le puso fecha a su despedida.
Y siguió queriendo aunque no fue amado
ni como ser humano.
Y siguió aprendiendo el camino de la soledad
en todo momento.

Y se fue entre ceras alucinantes
con su pelo largo con su barba culta de polvo.
Descargando gritos sobre las armas
mientras los beatos se persignaban
y el no tuvo iglesias
pero algo de altares al amor
hubo entre sus lienzos.
Y en la fantasía iba platicando su viaje
hacia el universo

El pintor de las enredaderas de luz escribió
sus últimos signos con triste desesperación
Y dejó sus restos a los amigos
y dejó sus restos a los amigos
pidiéndole sólo paredes para sostenerlos
pidiéndole sólo paredes para sostenerlos.
El pintor de las mujeres soles
GOYA (RAFAEL ALBERTI)
La dulzura, el estupro, 
la risa, la violencia, 

la sonrisa, la sangre, 

el cadalso, la feria. 

Hay un diablo demente persiguiendo 

a cuchillo la luz y las tinieblas. 



De ti me guardo un ojo en el incendio. 

A ti te dentelleo la cabeza. 

Te hago crujir los húmeros. Te sorbo 

el caracol que te hurga en una oreja. 

A ti te entierro solamente 

en el barro las piernas. 

Una pierna. 

Otra pierna. 

Golpea. 



¡Huir! 
Pero quedarse para ver, 
para morirse sin morir. 
¡Oh luz de enfermería! 
Ruedo tuerto de la alegría. 
Aspavientos de la agonía. 
Cuando todo se cae 
y en adefesio España se desvae 
y una escoba se aleja. 
Volar. 
El demonio, senos de vieja. 
Y el torero, 
Pedro Romero. 
Y el desangrado en amarillo, 
Pepe-Hillo. 
Y el anverso 
de la duquesa con reverso. 
Y la Borbón esperpenticia 
con su Borbón espertenticio. 
Y la pericia 
de la mano del Santo Oficio. 
Y el escarmiento 
del más espantajado 
fusilamiento. 
Y el repolludo 
cardenal narigado, 
narigudo. 
Y la puesta de sol en la Pradera
Y el embozado 
con su chistera
Y la gracia de la desgracia. 
Y la desgracia de la gracia. 
Y la poesía 
de la pintura clara 
y la sombría. 
Y el mascarón 
que se dispara 
para 
bailar en la procesión. 

El mascarón, la muerte, 
la Corte, la carencia, 
el vómito, la ronda
la hartura, el hambre negra, 
el cornalón, el sueño, 
la paz, la guerra. 

¿De dónde vienes tú, gayumbo extraño, animal fino, 
corniveleto, 
rojo y zaíno? 
¿De dónde vienes, funeral, 
feto, 
irreal 
disparate real, 
boceto, 
alto 
cobalto, 
nube rosa, 
arboleda, 
seda umbrosa
jubilosa 
seda? 

Duendecitos. Soplones. 
Despacha, que despiertan. 
El sí pronuncian y la mano alargan 
al primero que llega. 
Ya es hora. 
¡Gaudeamus! 
Buen viaje. 
Sueño de la mentira. 
Y un entierro 
que verdaderamente amedrenta al paisaje. 

Pintor. 
En tu inmortalidad llore la Gracia 
y sonría el Horror. 
A GOYA (RUBEN DARÍO)

Poderoso visionario,
raro ingenio temerario,
por ti enciendo mi incensario.

Por ti, cuya gran paleta,
caprichosa, brusca, inquieta,
debe amar todo poeta;

por tus lóbregas visiones,
tus blancas irradiaciones,
tus negros y bermellones;

por tus colores dantescos,
por tus majos pintorescos
y las glorias de tus frescos.

Porque entra en tu gran tesoro
el diestro que mata al toro,
la niña de rizos de oro,

y con el bravo torero,
el infante, el caballero,
la mantilla y el pandero.

Tu loca mano dibuja
la silueta de la bruja
que en la sombra se arrebuja,

y aprende una abracadabra
del diablo patas de cabra
que hace una mueca macabra.

Musa soberbia y confusa,
ángel, espectro, medusa:
tal aparece tu musa.

Tu pincel asombra, hechiza:
ya en sus claros electriza,
ya en sus sombras sinfoniza;

con las manolas amables,
los reyes, los miserables,
o los cristos lamentables.

En tu claroscuro brilla
la luz muerta y amarilla
de la horrenda pesadilla,

o hace encender tu pincel
los rojos labios de miel
o la sangre del clavel.

Tienen ojos asesinos
en sus semblantes divinos
tus ángeles femeninos.

Tu caprichosa alegría
mezclaba la luz del día
con la noche obscura y fría.

Así es de ver y admirar
tu misteriosa y sin par
pintura crepuscular.

De lo que da testimonio:
por tus frescos, San Antonio;
por tus brujas, el demonio.


TRIBUTO A FRIDA KHALO (CHAVELA VARGAS)
Todos me dicen el negro, Llorona
Negro pero carioso.
Todos me dicen el negro, Llorona
Negro pero carioso.
Yo soy como el chile verde, Llorona
Picante pero sabroso.
Yo soy como el chile verde, Llorona
Picante pero sabroso.
Ay de mí, Llorona Llorona,
Llorona, llévame al río
Tápame con tu rebozo, Llorona
Porque me muero de frío
Si porque te quiero quieres, Llorona
Quieres que te quiera más
Si ya te he dado la vida, Llorona
Qué más quieres?
Quieres más?
PICASSO (RAFAEL ALBERTI)
RECITADO DEL AUTOR DE OTRO POEMA SUYO:
LOS OCHO NOMBRES DE PICASSO

Azul, blanco y añil,

postal y marinero.

De azul se arrancó el toro del toril,

de azul el toro del chiquero,

de azul se arrancó el toro.

¡ Oh, guitarra de oro,

oh toro por el mar,

toro y torero.



España:

fina tela de araña,

guadaña y musaraña,

braña, entraña, cucaña,

saña y pipirigaña,

y todo lo que suena y que consuena
contigo: España, España.
El toro que se estrena y que se llena
de ti y en ti se baña
se laña y se deslaña,
se estaña y desestaña,
como toro que es toro y azul toro de España.

Picasso:
maternidad azul, arlequín rosa.
Es la alegría pura una niña preñada
la gracia, el ángel, una cabra dichosa,
rosadamente rosa,
tras otra niña sonrosada.
Y la tristeza más tristeza,
una mujer que plancha, doblada la cabeza,azulada.

¿Quién sabrá de la suerte de la línea,
de la aventura del color?
Una mañana
vaciados los ojos de receta,
se arrojan a la mar: una paleta
Y se descubre esa ventana
que se entreabre al mediodía
de otro nuevo planeta
desnudo y con rigor de geometría.

La fábrica de Horta de Ebro
La Arlesiana.
El modelo.
Clovis Sagot.
El violinista.
(¿Qué queda de la mano real, del instrumento,
del sonido?
Un invento,
un nuevo dios sin parecido.)
Entre el ayer y el hoy se desgaja
lo que más se asemeja a un cataclismo.
Trae rigideces de mortaja,
separación de abismo.
Le journal.
Una pipa.
Una guitarra.
Una botella.
El cubismo.

Pero todo pasado _¡ah, ah!_ por otra estrella.
¿Cuál será la arrancada
del toro _¿acorralado?_ 
en un duro, aparente
callejón sin salida.
Miedo
¡Fuera, fuera la gente!
Para mí es poco ancho todo el ruedo.
Por entre los tejados 
se divisa la raya de la mar y mujeres charlando en una fuente
y desnudos corriendo por la playa.
Vida, vida, vida. 
Sangre pura, pasión de toro bravo.
Aquí el toro torea a veces al torero.
Es el toro quien teme la cogida.
Con las astas dibuja.
¿Quién vio punta de aguja
torear más ceñida?
El taller.
Una mujer
es apenas un cuarto de sombrero,
mujer casi almohadón,
caderas de butaca,
los senos en la alfombra, y el trasero,
asomado al balcón.
Monstruos.
¡Oh monstruos, razón de la pintura,
sueños de la poesía!
Precipicios extraños,
secretas expediciones
hasta los fosos de la luz oscura.

Arabescos. Revelaciones.
Canta el color con otra ortografía
y la mano dispara una nueva escritura.
La guerra: la española.
¿Cuál será la arrancada
del toro que le parten en la cruz una pica?
Banderillas de fuego.
Una ola tras otra ola desollada.

Guernica.
Dolor al rojo vivo.
...Y aquí el juego del arte comienza a ser un juego explosivo.




PALOMA NEGRA (OTRO TRIBUTO A FRIDA KHALO)
Ya me canso de llorar y no amanece
Ya no sé si maldecirte o por ti rezar
Tengo miedo de buscarte y de encontrarte
Donde me aseguran mis amigos que te vas
Hay momentos en que quisiera mejor rajarme 
Y arrancarme ya los clavos de mi penar
Pero mis ojos se mueren si mirar tus ojos
Y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar

Y aggaraste por tu cuenta la parranda
Paloma negra paloma negra dónde, dónde andarás?
Ya no jueges con mi honra parrandera
Si tus caricias han de ser mías, de nadie mas

Y aunque te amo con locura ya no vuelves
Paloma negra eres la reja de un penar
Quiero ser libre vivir mi vida con quien yo quiera
Dios dame fuerza que me estoy muriendo por irla a buscar

Y agarraste por tu cuenta las parrandas
FABULA DE JOAN MIRÓ (OCTAVIO PAZ)

El azul estaba inmovilizado entre el rojo y el negro.
El viento iba y venía por la página del llano,
Encendía pequeñas fogatas, se revolcaba en la ceniza,
Salía con la cara tiznada gritando por las esquinas,
El viento iba y venía abriendo y cerrando puertas y ventanas,
Iba y venía por los crepusculares corredores del cráneo,
El viento con mala letra y las manos manchadas de tinta
Escribía y borraba lo que había escrito sobre la pared del día.
El sol no era sino el presentimiento del color amarillo,
Una insinuación de plumas, el grito futuro del gallo.
La nieve se había extraviado, el mar había perdido el habla,
Era un rumor errante, unas vocales en busca de una palabra.

El azul estaba inmovilizado, nadie lo miraba, nadie lo oía:
El rojo era un ciego, el negro un sordomudo.
El viento iba y venía preguntando, ¿por dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio pero el viento no lo veía:
Inmovilizado entre el azul y el rojo, el negro y el amarillo,
Miró era una mirada transparente, una mirada de siete manos.
Siete manos en forma de orjeas para oír a los siete colores,
Siete manos en forma de pies para subir los siete escalones del arco iris,
Siete manos en forma de raíces para estar en todas partes y a la vez en Barcelona.

Miró era una mirada de siete manos.
Con la primera mano golpeaba el tambor de la luna,
Con la segunda sembraba pájaros en el jardín del viento,
Con la tercera agitaba el cubilete de las constelaciones,
Con la cuarta escribía la leyenda de los siglos de los caracoles,
Con la quinta plantaba islas en el pecho del verde,
Con la sexta hacía una mujer mezclando noche y agua, música y electricidad,
Con la séptima borraba todo lo que había hecho y comenzaba de nuevo.

El rojo abrió los ojos, el negro dijo algo incomprensible y el azul se levantó.
Ninguno de los tres podía creer lo que veía:
¿Eran ocho gavilanes o eran ocho paraguas?
Los ocho abrieron las alas, se echaron a volar y desaparecieron por un vidrio roto.

Miró empezó a quemar sus telas.
Ardían los leones y las arañas, las mujeres y las estrellas,
El cielo se pobló de triángulos, esferas, discos, hexaedros en llamas,
El fuego consumió enteramente a la granjera planetaria plantada en el centro del espacio,
Del montón de cenizas brotaron mariposas, peces voladores, roncos fonógrafos,
Pero entre los agujeros de los cuadros chamuscados
Volvían el espacio azul y la raya de la golondrina, el follaje de nubes y el bastón florido:
Era la primavera que insistía, insistía con ademanes verdes.
Ante tanta obstinación luminosa Miró se rascó la cabeza con su quinta mano,
Murmurando para sí mismo: "Trabajo como un jardinero".

¿Jardín de piedras o de barcas? ¿Jardín de poleas o de bailarinas?
El azul, el negro y el rojo corrían por los prados,
Las estrellas andaban desnudas pero las friolentas colinas se habían metido debajo de las sábanas,
Había volcanes portátiles y fuegos de artificio a domicilio.
Las dos señoritas que guardan la entrada a la puerta de las percepciones, Geometría y Perspectiva,
Se habían ido a tomar el fresco del brazo de Miró, cantando Une étoile caresse le sein d’une négresse.

El viento dio la vuelta a la página del llano, alzó la cara y dijo, ¿pero dónde anda Joan Miró?
Estaba ahí desde el principio y el viento no lo veía:
Miró era una mirada transparente por donde entraban y salían atareados abecedarios.

No eran letras las que entraban y salían por los túneles del ojo:
Eran cosas vivas que se juntaban y se dividían, se abrazaban y se mordían y se dispersaban,
Corrían por toda la página en hileras animadas y multicolores, tenían cuernos y rabos,
Unas estaban cubiertas de escamas, otras de plumas, otras andaban en cueros,
Y las palabras que formaban eran palpables, audibles y comestibles pero impronunciables:
No eran letras sino sensaciones, no eran sensaciones sino Transfiguraciones.

¿Y todo esto para qué? Para trazar una línea en la celda de un solitario,
Para iluminar con un girasol la cabeza de luna del campesino,
Para recibir a la noche que viene con personajes azules y pájaros de fiesta,
Para saludar a la muerte con una salva de geranios,
Para decirle buenos días al día que llega sin jamás preguntarle de dónde viene y adónde va,
Para recordar que la cascada es una muchacha que baja las escaleras muerta de risa,
Para ver al sol y a sus planetas meciéndose en el trapecio del horizontes,
Para aprender a mirar y para que las cosas nos miren y entren y salgan por nuestras miradas,
Abecedarios vivientes que echan raíces, suben, florecen, estallan, vuelan, se disipan, caen.

Las miradas son semillas, mirar es sembrar, Miró trabaja como un jardinero
Y con sus siete manos traza incansable —círculo y rabo, ¡oh! y ¡ah!—
La gran exclamación con que todos los días comienza el mundo.




SALUTACIÓN A LEONARDO (RUBÉN DARIO)
Maestro: Pomona levanta su cesto. Tu estirpe
saluda la Aurora. ¡Tu aurora! Que extirpe
de la indiferencia la mancha; que gaste
la dura cadena de siglos; que aplaste
al sapo la piedra de su honda.

Sonrisa más dulce no sabe Gioconda
El verso su ala y el ritmo su onda
hermanan en una
dulzura de luna
que suave resbala
(el ritmo de la onda y el verso del ala
del mágico Cisne sobre la laguna)
sobre la laguna.

Y así, soberano maestro
del estro,
las vagas figuras
del sueño, se encarnan en líneas tan puras
que el sueño
recibe la sangre del mundo mortal,
y Psiquis consigue su empeño
de ser advertida a través del terrestre cristal.

(Los bufones
que hacen sonreír a Monna Lisa
saben canciones
que ha tiempo en los bosques de Grecia decía la risa
de la brisa.)

Pasa su Eminencia.
Como flor o pecado en su traje
rojo;
como flor o pecado, o conciencia
de sutil monseñor que a su paje
mira con vago recelo o enojo.
Nápoles deja a la abeja de oro
hacer su miel
en su fiesta de azul; y el sonoro
bandolín y el laurel
nos anuncian Florencia.
Maestro, si allá en Roma
quema el sol de Segor y Sodoma
la amarga ciencia
de purpúreas banderas, tu gesto
las palmas nos da redimidas,
bajo los arcos
de tu genio; San Marcos
y Partenón de luces y líneas y vidas.
(Tus bufones
que hacen la risa
de Monna Lisa
saben tan antiguas canciones.)

Los leones de Asuero
junto al trono para recibirte,
mientras sonríe el divino Monarca;
pero
hallarás la sirte,
la sirte para tu barca,
si partís en la lírica barca
con tu Gioconda...
La onda
y el viento
saben la tempestad para tu cargamento.

¡Maestro!
Pero tú en cabalgar y domar fuiste diestro,
pasiones e ilusiones;
a unas con el freno, a otras con el cabestro
las domaste, cebras o leones.
Y en la selva del Sol, prisionera
tuviste la fiera
de la luz; y esa loca fue casta
cuando dijiste: «Basta.»
Seis meses maceraste tu Ester en tus aromas.
De tus techos reales volaron las palomas.

Por tu cetro y tu gracia sensitiva,
por tu copa de oro en que sueñan las rosas,
en mi ciudad, que es tu cautiva,
tengo un jardín de mármol y de piedras preciosas
que custodia una esfinge viva.


ALEGORÍA DE LA PINTURA - JAN VERMEER VAN DELFT






LAS MENINAS - DIEGO VELÁZQUEZ





LAS MENINAS - PABLO PICASSO
PUENTE DEL CARROUSEL Y EL MUSEO DEL LOUVRE - VINCENT VAN GOGH
ALEGORÍA DE LA PINTURA - GIOVANNI ANTONIO PELLEGRINI



 








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